Love Parade

Como llevo más de sesenta años haciendo honor a mi nombre, a veces bromeé diciendo que cuando me jubilase me lo cambiaría por el de Vicente; pero como se dice que Vicente va donde va la gente y yo pienso hacer todo lo contrario: ir donde va la gente cuando no va la gente, va a ser que no y seguiré llamándome siempre Constante.

A mí me gusta todo tipo de música, desde la clásica hasta las últimas innovaciones, como la thecno o la dance de Lasgo, siempre que sea especial, pues no tolero las copias ni los plagios. Lo que no me gusta tanto es cómo se comporta la juventud ante acontecimientos como la Love Parade, que sigo por las canales internacionales desde hace veinte años.

Intentar meter millón y medio de personas donde cabe medio millón es de inconscientes y no me extrañó que ocurriera lo sucedido ayer en el túnel de acceso al recinto. No sirven de nada los 5.000 agentes de seguridad si los organizadores no piensan y los participantes van hartos de todo. Seguramente, si les dirijiese uno de los perros pastores que se ven cada año en un concurso donde hacen entrar un rebaño de obejas en un redil, no hubiésemos lamentado tantas víctimas mortales ni habría tantos heridos.

¿Por qué somos la especie animal más estútipa y nos complicamos la vida solitos? No aprenderemos nunca y eso es precisamente lo que hace gozar a los que manipulan nuestras vidas descaradamente.

CONSTANTE