miércoles, 21 de julio de 2010

Origen del castellano

El día 30 de junio me despedí de mis compañeros de trabajo en un almuerzo de hermandad y les pedí disculpas por haberles “obligado” a hablarme castellano durante los treinta años que fui funcionario de la Generalitat.

Ahora que tengo tiempo para pensar, sé que lo hacía inconscientemente, porque tengo una rara facultad para trabajar o pensar en otra cosa mientras hablo, y si lo hago en otro idioma que no domino correctamente, se me va la onda y me paso al castellano sin darme cuenta, algo que ya se imaginaban los amigos que me conocen bien. Mi idioma materno es el gallego, hasta los seis años, cuando me impusieron el castellano, a mediados de los 60 conocí el catalán y a primeros de los 70 estudié inglés, por si tenía que huir de España en el caso de que Franco fuese inmortal y no alcanzásemos nunca la libertad; además, entiendo bastante bien portugués, italiano, incluso francés a nivel de lectura y latín básico, gracias a la “Santa Madre Iglesia” que actuaba como poder fáctico atemorizador durante la Dictadura. Entiendo con menos nivel otros idiomas derivados del latín y en el último mes comienzo a tener también algunos conocimientos de rumano, gracias a las conversaciones de mi compañera con sus familiares; pues sé siempre lo que les está contando y a quién se dirige.

Y como pensar no duele, ahí va lo que pienso de los idiomas que conozco: durante la Dictadura, las distintas lenguas que se hablan en España eran consideradas dialectos del castellano, pero no es verdad. La mayoría de las lenguas peninsulares son más antiguas que el castellano, sino pregunten cuándo fue escrita la gramática vasca. Ocurrió que querían uniformar la lengua del imperio donde nunca se ponía el sol y no tuvieron en cuenta que había lenguas con pronunciaciones mucho más naturales que el castellano, como por ejemplo el catalán.

Al traducir hace unos cuantos años cuatro de mis novelas a catalán, me di cuenta de un curioso detalle. Efectivamente, casi todas las lenguas del sur del continente derivan del latín, pero estoy seguro que el castellano, además de tener influencias griegas y árabes, es una copia del catalán, cuando casi todo el mundo piensa lo contrario. Sino ¿por qué existen en castellano palabras como trencadissa, capicúa y otras miles más que no tienen traducción en castellano? Prueba de ello es que el nuevo idioma fue prefabricado sin salir del pueblo y no se impuso totalmente donde tenían lenguas vernáculas, con las que sigue conviviendo actualmente; lo mismo que pasó en Latinoamérica con las lenguas indígenas precolombinas.

El trabajo de Pompeu Fabra con la complicada gramática catalana fue encomiable, al tratarse de un ingeniero industrial no filólogo, pero el plagio de Antonio de Nebrija lo realizaría hasta yo sin tener estudios de letras, ni de los otros. Me gustaría saber si estoy equivocado o no, porque no tengo tiempo para investigar.

CONSTANTE



1 comentario:

  1. Querido bloguerillo:

    Se nota que has caido en la trampa saducea de los idiomas. Tienes que leer el libro de UMBERTO ECO, "EL iDIOMA PERFECTO", en el te daras cuenta de las multiples chorradas que nos hacen encular los diferentes sistemas poliiticos.

    El idioma es una herramienta de comunicacion, no es la comunicacion, y ese error esta dejando millones de afectados "in secula seculorum".

    Ahora que tienes tiempo dedicalo a pensar en ello y sal de la quebrada emocional que los idiomas encierran.

    Saludos corteses que no cortesanos.

    ResponderEliminar

Más información en http://www.irisfanclub.com