Menudo caos han provocado los hijos de su madre con la epidemia de ambición y codicia que ha afectado ayer a los controladores aéreos españoles.
Era lo que le faltaba al país y al sector turístico. Lo siento mucho por los que están obligados a viajar por necesidad, pero no tanto por los que viajan por placer porque no saben qué hacer con el dinero.
Me parece bien la declaración de alarma decretada por el Gobierno para acabar con los privilegios de esos chulos insolidarios, que sólo piensan en su economía, con la que está cayendo en el país. Pero lo que debería hacer el Gobierno es decretar el sueldo máximo de esos especialistos, de la misma manera que establece el salario mínimo interprofesional. El colectivo de los controladores es demasiado pequeño para que pongan en jaque al Gobierno y a la sociedad cuando se le antoja, lo mismo que hacen otros grupos también privilegiados como los pilotos. No creo que sea tan difícil despedir a los que se han pasado cuatro pueblos y contratar a controladores europeos, cuando el idioma predominante es el inglés, y formar en breve plazo la cantidad suficiente de técnicos para que se les quite la chulería de una vez y para siempre; por aquello de: “Cuando veas las barbas del vecino afeitar, pon las tuyas a remojar”
Me gustaría que el Gobierno cogiese el toro por los cuernos en lo poco que le queda de mandato y solucione de cuajo los problemas que nos agobian, porque la oposición es tan impresentable e inútil, que se lo tendrán que dar todo hecho como en 1996, para que luego vayan de salvadores de la patria, mientras los ricos se enriquecerán todavía más y el resto de los mortales seguiremos pasando por el tubo de los malditos mercados de los especuladores y la banca.
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