Hoy es el Día Mundial del Síndrome de Down. En España tenemos una cantidad de afectados aproximada al número de subnormales que nos gobiernan a distintos niveles de las administraciones. Si me dieran a elegir, preferiría que nos gobernasen ellos y no los impresentables que elegimos de vez en cuando.
Estos días estamos comprobando como unos políticos corruptos van a la cárcel, terminadas las primeras declaraciones ante una preciosa jueza, y en cambio, hay otros ya condenados con más de cinco años, que tienen un sin fin de causas pendientes y de momento siguen libres. ¿Por qué esta diferenciación?
Hace unos días recibí un E-mail de un amigo, con una lista interminable de ciento veintisiete políticos de distinto sexo e ideología, que están imputados o ya sentenciados en procesos judiciales por corrupción y todos los chanchullos derivados de esa obsesiva actitud enfermiza que les hace pensar sólo en el dinero del contribuyente, como si no supieran que van a morirse tarde o temprano. Aunque eché de menos a otros cincuenta que ya pasaron a la historia y están disfrutando de los placeres de la vida con los millones que han robado. Pero cómo la Justicia va interesadamente lenta, tardaremos años en verles a todos ellos condenados: los más listos libres y los más tontos en prisión. La desgracia es que en España estos se multiplican cada día como las ratas y es la historia de nunca acabar; con lo que nunca nos veremos libres de esa lacra inmunda. ¡Qué vergüenza, qué escándalo y qué espectáculo indigno estamos dando ante el mundo democrático y civilizado!
El funcionamiento de los poderes establecidos en este país da verdadera pena: el Legislativo es demasiado lento, excepto cuando le interesan las prisas, y siempre va a remolque de la sociedad; el Judicial también es excesivamente lento y parece que sólo está al servicio de los más ricos, el Ejecutivo está totalmente manipulado por los que ostentan el poder económico y los medios de comunicación, que deberían denunciarlo todo cada día, están siempre al servicio del poder político y económico. Como con estos precedentes esto no hay quien lo arregle, repito que me gustaría que nos gobernasen las personas que sufren síndrome de Down, porque son más inteligentes y sensatos que los políticos. Pero como esto es imposible, hay otra alternativa: que nos gobiernen las mujeres. Si hay más que hombres y si son más inteligentes que nosotros, por qué no dan un paso adelante y se hacen valer. Tienen armas suficientes para dominar a los machos y dar el asalto al poder. Si las mujeres ostentaran el poder político, las negociaciones de paz a nivel global serían mucho más fáciles y efectivas y tendríamos la oportunidad de cambiar el mundo positivamente de una puñetera vez; sino estamos perdidos y caminamos sin remedio hacia la esclavitud global impuesta por los individuos más malditos e hijos de perra.
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