Hace unos meses dije que Rajoy sería el peor Presidente que hemos tenido en democracia y ayer tuvo la desfachatez de demostrarlo en el acto parafernálico del bicentenario de la Constitución de Cádiz, donde intentó justificar sus ajustes y recortes, comparando una época con la otra. Sabemos que aquella Constitución duró pocos años y que lo más importante de la misma fue convertir a los súbditos en ciudadanos. En cambio, en la de 1978, se cometió el error de crear la España de las autonomías para uniformar las heterogéneas regiones, que no pegan ni con cola; con lo que se han multiplicado los cargos de políticos inútiles e innecesarios, lo que nos está conduciendo al desastre económico total. Con ella y gracias a la alternancia en el poder de partidos como el PP, estamos llegando a una situación laboral inadmisible, retrocediendo décadas en los derechos sociales conseguidos tras la Dictadura.
No hace muchos años decía Rajoy que le gustaría formar un Gobierno eficaz como el de Matas en Baleares. ¿Y qué dirá hoy, cuando su amigo ha sido condenado a seis años por varios delitos? Dirá que ya no es militante del partido y tal y tal. Es una vergüenza lo que pasa en este país con los corruptos. No me extrañaría que dentro de unos años, cuando finalicen la veintena de juicios que tiene pendientes, encima se quede libre y no devuelva ni un euro de todo lo que robó. Tienen todos tan poca dignidad y la cara tan dura que hasta da asco ser español.
Comparando los políticos de principios del siglo XIX y los de la Transición con los actuales, éstos dan verdadera pena; pero la culpa es que quienes les votan. Precisamente el domingo, Rajoy verá respaldada sus políticas antisociales en Andalucía y encima se reirán de nosotros; quienes tendremos que recordar la famosa frase de Castelao, “Mexan por un e hay que decir que chove”. ¡Tenemos lo que merecemos, por tontos!
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