En estos días nos cansamos de recibir felicitaciones y son de agradecer cuando son sinceras, porque en el país donde la envidia en una enfermedad nacional, asimismo hay demasiada hipocresía y muchas de las personas que te desean lo mejor, por detrás desean que revientes y que las cosas te vayan mal o peor.
También nos desean prosperidad para el 2012, cuando eso debería ser siempre una tónica, no de las de beber. El caso es que tal como van las cosas, donde los vencedores de las elecciones tardan más un mes en formar gobierno para salvarnos de la miseria, si es que alguien les cree, me temo que el próximo año seguirán pagando los platos rotos los de siempre y se enriquecerán más los que se creen que no van a morir nunca; por lo que 2012 será el año del consumismo, porque la gran mayoría de los sufridores tendrán que seguir con su mismo sueldo, congelado o reducido; con su mismo trabajo si la empresa no le hace la putada de despedirle por la cara, con su mismo piso o en de los padres, con su mismo parthener, con su mismo viejo coche, con su mismo menú, con su mismo traje y con su misma mala leche, a lo que últimamente le llaman indignación.
Si se suele decir que el que no llora no mama, no sé a qué esperamos para revolucionarnos de verdad, no con las tonterías del movimiento 15-M que no han conducido a ninguna parte, porque para eso hay que tener cojones y no ser mamones; no me cansaré nunca de repetirlo. ¿Qué hacen cientos de miles de viviendas vacías y porque el 70 o el 80% de lo que cobra un trabajador revierte en el Estado en forma de impuestos directos o indirectos y no reaccionamos?
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