viernes, 9 de diciembre de 2011

Europaña

Hoy se despedía nuestro presidente de las cumbres europeas. No sé qué van a hacer ahora sin él. Analizando lo que se trató en esta, recordé un eslogan que había en España cuando yo era joven: “España es diferente”. Y tanto que lo era.

En España teníamos de todo: el alegre sur, el norte industrial, la huerta levantina, las mesetas, unas islas encantadoras y la capital del imperio venido a menos. Pero teníamos un problema con los vascos, a los que había y aún hay que dar de comer aparte, que provocaron el caos actual con la multiplicación de tantas administraciones insostenibles. Mientras Catalunya, la Alemania de España, estuvo siempre muy discriminada fiscalmente, por eso no levantará cabeza en muchos años, en Europa tenemos a Alemania, que se aprovecha descaradamente de ser el motor del viejo continente, obteniendo buenos beneficios con las exportaciones de tecnologías.

Ahora podemos afirmar que Europa es también diferente, porque tenemos en ella al Reino Unido, a cuyos ciudadanos también les hay que dar de comer a parte, porque se creen especiales y quieren seguir siéndolo, con sus costumbres y tradiciones, con su moneda propia y sus absurdas medidas, con los volantes de los coches a la derecha o conducir por la izquierda.

Si Europa, con la mitad de los países en la ruina, no se pone de acuerdo para hacer frente a la crisis que provocaron sus gobernantes y especuladores, para competir con las grandes potencias industriales del mundo y con los países considerados emergentes, mal vamos y la vieja y pintoresca Europa se empobrecerá tanto, que muchos de sus ciudadanos tendrán que emigrar en el futuro a otros continentes, como ya lo hicieron durante los siglos XIX y XX.

Con lo fácil que es solucionar los problemas, cómo es posible que no se atrevan, si les hemos elegido para ello. ¿O es que hemos elegido a los más inútiles? No aprenderemos nunca.

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