Hoy comienza Rajoy a premiar a los buenos. Como la mayoría de los miembros de su partido son católicos practicantes piensan que Dios premia a los buenos y castiga a los malos. Hay que se ingenuos para pensar eso y si lo piensan es que todavía no se han enterado de que dios es el dinero, sino que se lo pregunten a sus amigos los especuladores.
Pero ni los premiados son tan buenos ni los castigados son tan malos. El caso es que les toca la lotería a unos cuantos con un día de antelación y si las leyes no cambian ya tienen la vida solucionada hasta que se mueran.
Rajoy premió a sus fieles y nada más nombrarles, seguro que las grandes compañías de servicios, los banqueros y los empresarios se están frotando las manos, porque van a seguir poniéndose las botas, incluso en tiempos de crisis y en detrimento de la clase trabajadora, como siempre.
En Europa le presionarán para que tome medidas drásticas enseguida, pero estando acostumbrado a que le den las cosas hechas, supongo que aprovechará los cien días de benevolencia de la oposición y los medios de comunicación para ir capeando el temporal, porque si coge el toro por los cuernos podría poner en peligro el triunfo en las elecciones andaluzas, las que están muy seguros de ganar. Es una lástima que las vayan a ganar, pero los que las van a perder tampoco merecen ganar.
Me encanta que en el nuevo Gobierno tenga tanto poder una mujer joven, aunque no termine de gustarme por su reiterada demagogia cuando era portavoz del PP en el Congreso.
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