Digo que no soy contador, porque cada vez que dan la noticia de la desgracia en que ha caído Alberto Contador, nunca tuve tiempo para contar los ceros que hay después del 0, y antes del 5 pico de no sé cuántos coños de clembuterol.
Esto pasa porque los retrasados mentales que manejan el TAS y las instituciones internacionales del deporte aún no se han enterado de que España ha cambiado mucho en las tres últimas décadas. Nos siguen viendo como aquel pueblo trabajador, emigrante, inculto y acomplejado; pero cuando hemos entrado en Europa nuestra juventud se ha pasado cuatro pueblos y ahora somos más chulos que nadie. Eso es algo que no pueden tolerar las grandes potencias deportivas mundiales tras el éxito de nuestros deportistas a todos los niveles desde los años 90. ¿Cómo se le ocurre a Alberto ganar tres veces el Tour de Francia, el Giro y otras vueltas más o menos importantes? Tuvo la desgracia de comer algo contaminado y la cagó. Estoy seguro que si eso se lo descubren a otro corredor destacado de EE UU o de cualquier otro país europeo ni siquiera le implicarían. Pero es lo que hay y debemos tener paciencia.
Si el Gobierno de Rajoy tuviese lo que tiene que tener, protestaría de la forma más enérgica ante las instancias que corresponda, para que dejen de desprestigiar al pobre Contador y que respeten y dejen de hacer la puñeta a los españoles de una vez por todas, aunque nuestros deportistas no pertenezcan a la nobleza, a la aristocracia o a las familias podridamente ricas. Sino que lo haga Rubalcaba, pues no se puede tolerar esta aberración vergonzante. Basta ya de que tomen a los españoles por el pito del sereno.
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