Todos queremos más

En los años 50 se escuchaba una canción cuyo estribillo rezaba así: “Todos queremos más, todos queremos más, todos queremos más y más y más y mucho más”. Pero en aquella época de miseria no había mucho que mangonear, porque todo se lo quedaban los poderes del triunvirato político, militar y eclesiástico, mientras los pocos trabajadores que quedaron vivos después de la Guerra Civil que no soportaban las condiciones de trabajo no tenían más remedio que emigrar o vivir miserablemente.
Pasado medio siglo, hemos tenido épocas en las que se manejó mucho dinero y todos los espabilados se lo montaron de puta madre. En el país de la picaresca, de los corruptos, ladrones, usureros, evasores de capital, defraudadores, prevaricadores, sobornadores, políticos inútiles, vanidosos, hipócritas, demagogos, cínicos, buitres carroñeros, sanguijuelas, chupatintas, embaucadores, correveidiles, lameculos, incultos, ignorantes e hijos de perra que se creen que no van a morir nunca, no hay forma de acabar con estos cabrones. Si algunos de todos estos impresentables son procesados y van a la cárcel, ¿por qué la justicia no les obliga a devolver todo lo que han robado? Como esto no es así, recuerdo otra frase que le escuché hace mucho tiempo a un anciano extremeño: “El que todo lo quiere, todo lo pierde”; pero no es verdad, pues esos no pierden nunca, ni tan siquiera la vergüenza, porque no la tienen; como el larguirucho “Urdanguarrín” que piensa que todos somos tontos.
Hace unos días dije que en la tercera causa por la que se procesó a Garzón saldría absuelto, y así fue, porque si ya está inhabilitado, para qué van a condenarle los eminentísimos jueces del Supremo. Qué bien quedaron ante los suyos y qué indignados quedamos todos los demás, por tener una justicia tan manipulada por intereses fascistas. ¡Joderrrrr!