Se acaban las vacaciones y conecto de nuevo.
Pasé dos semanas en mi tierra, el país de las maravillas; visita obligada por asuntos familiares, porque se come bien y no se pasa tanto calor; aunque en esta ocasión me salió el tiro por la culata, pues calentaba el sol lo mismo que en Catalunya.
Me puse hasta el culo de pulpo, de otros manjares gallegos y de los mejores vinos; disfruté algunas madrugadas en verbenas con las mejores orquestas de España y discutí con muchos paisanos las primeras medidas arbitrarias y retrógradas que pretende tomar la nueva Xunta de Galicia, como la segregación de las niñas y los niños en los colegios del OPUS DEI, de los religiosos, de los privados y concertados, para lo que invertirán más de 5.000 millones de Euros. ¡Qué Barbaridad! Espero que no obliguen a las niñas a ir con minifalda para disfrute de babosos y pederastas libidinosos.
Pero a los gallegos ya les está bien todo lo que haga soportar la derecha reaccionaria, acostumbrada a mangonear desde siempre. ¡Ni que fuesen masocas, joder!
Cuando les atacas, te recuerdan el coche de Touriño, como si Fraga no hubiese comprado decenas de coches similares para los altos cargos de la Xunta.
Galicia no tiene remedio, porque están ocurriendo allí cosas rarísimas que la clase trabajadora no toleraría en ninguna otra región española; de lo que hablaré cuando venga a cuento.
Ahora, puestas las pilas de nuevo os daré la tabarra cada noche. Menos mal que no todos tenéis tiempo para perder y pasáis de mi y de mis comentarios; aunque me da igual, porque las palabras se las lleva el viento, pero lo escrito, escrito queda. Es que me encanta decir lo que pienso, tanto como que a otros les den por donde más les gusta.
CONSTANTE
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