sábado, 1 de agosto de 2009

De la envidia a la paciencia

Esta tarde me llamó la atención que un periódico londinense diga de Zapatero lo mismo que yo en un comentario de principios del mes pasado. Como ya lo habréis escuchado o leído, no hace falta que repita de qué va; pues todos sabemos que España tardará más que otros países en salir de la crisis y que se endeudará mucho más. Pero la mayoría ya estamos resignados y preparados para pagar los platos rotos de los que estos días están haciendo el agosto especulando en la Bolsa, como siempre. No importa que ellos hayan provocado la crisis, porque ésta sólo la sufren los asalariados de poco poder adquisitivo, los parados y los pobres.
Se dice que en España la envidia es una enfermedad nacional, pero deberíamos añadir también la paciencia. Sabemos que la Educación funciona mal, que la Sanidad podría funcionar mucho mejor, que la Administración es la menos operante y la más cara del mundo, que el Poder Legislativo aprueba leyes como la del tabaco, que le resbalan a la población y, en cambio, la Justicia, que es lo que debería funcionar mejor, es lo que peor funciona.
Estos días el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, con el amigo de Camps al frente, deberá decidir si dan carpetazo y archivan las diligencias en las que se imputa al President de la Generalitat y a sus amigotes en la trama de corrupción Gürtel. Si lo hacen, será una vergüenza y un escándalo inadmisible, cuando otros pagan con cárcel delitos mucho más insignificantes. ¡Toma justicia! A partir de entonces, los políticos del Partido Popular, que son los descendientes de los caciques del franquismo y se transformaron en mafiosos en la democracia, se creerán impunes y que incluso tienen derecho de pernada. Pobre clase trabajadora con ellos en el Gobierno. Menos mal que no se les ocurre imitar al cavaliere Berlusconi y cepillarse a las hijas de los necesitados, como hacían los señoritos en Andalucía no hace muchas décadas. Sería demasiado fuerte. Tendremos que armarnos de paciencia para soportarlo y no perder la esperanza en que la justicia llegue a funcionar algún día. Si el mentiroso maniquí de los dichosos trajes y sus colegas se salen con la suya, es per cagar-se en la mare que’ls va parir a tots.

CONSTANTE

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