En los años 70 y principios de los 80, llamaba la atención de los observadores políticos y económicos, la meteórica expansión del conglomerado bancario y empresarial del holding RUMASA, que se nutría a sí mismo en un curioso y liado bucle, que una vez desenmascarado reveló una auténtica crisis financiera. El Estado permitía funcionar a todas sus empresas sin contribuir durante muchos años con las aportaciones de sus trabajadores a las arcas de la Seguridad Social ni a Hacienda; por eso, el famoso 23 F de 1983 el Gobierno expropió el holding, dando lugar a una oscura distribución de las empresas del grupo una vez saneadas por el Estado; lo que terminó como el rosario de la aurora, debido a la crisis económica que sufría el país. Entonces dijeron que lo hacían por el interés general.
Si en la situación actual de recesión hay empresas que aprovechan la coyuntura para presentar EREs a diestro y siniestro, para eliminar de sus plantillas a los trabajadores que ganan más, propiciando que el gobierno actual y los trabajadores se hundan en la más profunda de las miserias y que la oposición se frote las manos; porque lo único que les interesa es llegar al poder, me pregunto: ¿porqué no se expropian las empresas que teóricamente no tendrían por qué ir mal y se ponen en manos de los trabajadores?
¿Para qué? Para que ellos mismos excluyan de sus plantillas a los compañeros improductivos. Porque en este país de la picaresca, unos trabajadores trabajan demasiado y otros son verdaderos perros. Sí, esos que creen que las empresas son vacas lecheras inagotables, por eso no podemos competir con los países emergentes ni con los más avanzados. Lo que no se puede tolerar es que los directivos de las empresas malgasten millones y millones en orgías de todo tipo por todo el mundo y que las crisis las paguen siempre los trabajadores.
Mientras Zapatero no convoque elecciones, los empresarios no estarán por la labor de crear empleo, por lo que seguiremos muchos meses con mucha incertidumbre. Después del relevo, les interesará que triunfen y crearán el empleo justamente necesario para poder decir de nuevo que España va bien, cuando ya nunca irá bien mientras no haya pleno empleo, algo imposible en este sistema fracasado.
Creo que los empresarios insaciables, merecen un escarmiento, expropiándoles y que deberían darles oportunidades a los trabajadores, si es que están dispuestos a asumir la responsabilidad de dirigir una empresa y demostrar que no son tontos. Todo depende de los políticos, títeres de los poderes fácticos; es decir: imposible.
CONSTANTE
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