Cuando llegué a casa esta noche he visto unos minutos el debate televisivo de los tres principales líderes británicos que compiten para las próximas elecciones. Quedé maravillado al ver a tres caballeros explicando lo que harán por su pueblo si obtienen el apoyo suficiente para formar gobierno.
Al perecer, es el primer debate de ese tipo en Gran Bretaña, algo tan habitual en otros países europeos. Pero no se pueden comparar con los que se realizan en España, con políticos tan mediocres como los nuestros. Se echa de menos a Suárez, a Felipe, a Carrillo y a Fraga; porque los de ahora dan verdadera pena, especialmente Rajoy, con su disco rayado repitiendo siempre lo mismo.
Cómo se nota que el pueblo británico y el español no se parecen ni en la sombra. No hace falta que diga como somos los españoles, porque todos lo sabemos y se podrá decir de los británicos que son flemáticos, snobs y muchos tópicos más, pero si nosotros fuésemos tan cultos y educados como ellos, no seríamos el hazmerreír del mundo, por lo que está ocurriendo ahora con la justicia, la corrupción, la educación, el pasotismo y mil etcéteras más; con lo que otro gallo nos cantaría.
Lo que ocurre con los políticos en España en los últimos años es una vergüenza nacional, lo mismo que la envidia es una enfermedad nacional. Da verdadera pena verles en la televisión como marujas en un patio de vecinos y da gana de romperla o apagarla y no encenderla nunca más.
A pesar de ser el tonto del pueblo y de mis pocas luces, me gustaría poder discutir con ellos cara a cara todo tipo de temas en los medios de comunicación, para explicarles lo que deben hacer para salir del atolladero en que nos han metido; pero eso es algo que no lograré nunca, porque no soy hijo de puta, ni sinvergüenza ni homosexual.
Estoy hasta los huevos de este país de tarados mentales y de perros.
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