domingo, 25 de abril de 2010

La Feria de Abril

Pasé el fin de semana desconectado. El viernes liquidé libros de las últimas ediciones en la Rambla y el sábado asistí a la boda con más parafernalia que he visto en mi vida, en la que incluso tuve la ocasión de fotografiarme con Pedro, el jugador del Barça. Me lo pasé de puta madre gracias a una buena amiga y ahora toca volver a las andadas.

En muchos de mis comentarios hago hincapié en cómo van progresando las regiones de las que hemos emigrado cientos de miles de trabajadores no hace muchas décadas y cómo Catalunya se ha ido hundiendo en la miseria en todos los ámbitos de la vida económica, la política y en lo social.

Prueba de ello es la Feria de Abril, que en Sevilla va progresando cada año con más de mil lujosas casetas, en las que durante una semana más de un millón de sevillanos y visitantes invitados degustan los más deliciosos manjares y exquisitas bebidas y disfrutan del maravilloso folklore sureño, además de otras orgías mundanas; pudiendo permitirse el lujo de gastar en torno a 1.000 euros por persona, mientras los que esos señoritos consideran chusma tienen que conformarse con pasear por las amplias avenidas y echar vistazos furtivos a lo que se cuece en el interior y oler lo que les encantaría comer. Y como no pueden disfrutar como los económicamente privilegiados se aborregan en los rincones más cutres del recinto ferial para sufrir su frustración practicando el botellón y sumirse en la lacra de la droga. Por otra parte, con la que está cayendo con la crisis energética, ¿quién paga el consumo exagerado de casi medio millón de bombillas durante más de una semana?

Por el contrario, en Catalunya, concretamente en la zona metropolitana de Barcelona, donde hay cientos de miles de andaluces, también se organiza la Feria de Abril, pero en plan pobre. En los últimos años, a pesar de las enormes subvenciones recibidas de varias instituciones, va de capa caída y ya dejó de ser un negocio rentable para la organización y los avispados restauradores que la habían convertido en algo totalmente comercial y lucrativo; pero con la crisis que asola Catalunya, cada año tiene menos visitantes y tuvieron que bajar los precios de los típicos menús y aún así ya sólo hacen negocio durante el fin de semana. Es lo que hay, queridos andaluces. Nunca las imitaciones fueron buenas. Ya deberíais saberlo después de tantos años.

Menos mal que ayer hubo una noticia muy positiva: Cientos de miles de españoles se manifestaron en veinte ciudades del suelo patrio y en otras partes del mundo, por la aberrante jugada que el colega de Garzón le está infringiendo a éste por culpa de su enfermiza envidia y por dejarse manipular por el Partido Popular y las organizaciones fascistas que siguen añorando a Franco. Me pregunto, por qué no le clonan si no pueden vivir sin él. ¡Malditos sean! ¡Qué asco de gentuza! ¿No será gallego el magistrado Luciano Varela, en el sentido más peyorativo de la palabra, como dijo en una ocasión Rosa Díez? No quiero ni saberlo, porque no quiero sentir vergüenza por tener un paisano así.

CONSTANTE

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