viernes, 16 de abril de 2010

Estatut II

Después de la Transición en España, se coció el tema de las autonomías para armonizar el complicado territorio hispano, con el resultado conocido: España 16, Catalunya 1.

Por aquel entonces, los catalanes teníamos un brillante parlamentario en el Congreso, que con el visto bueno de Pujol y los suyos no aceptaron el mismo concierto vasco y la han cagado. Gracias a ellos nos encontramos ahora en esta situación de bancarrota tan lamentable, con la mitad de la población prácticamente en el umbral de la pobreza.

Lo que nos faltaba es que la reforma de nuestro Estatut, aprobado por el Govern català, por el Parlament català, por el Congreso de los Diputados y por el pueblo catalán en referéndum, cuatro años después aún esté pendiente de la resolución del Tribunal Constitucional, organismo ilegítimo e inútil nombrado por los dos grandes partidos, de los cuales más de la mitad de sus miembros están al servicio del partido conservador. Ya que no tienen dignidad para dimitir individualmente ni en bloque, ni el Gobierno tiene poder moral para renovarlo y no hagan el ridículo, a ver si les pagan más para que trabajen con más empeño. ¿Cuántos años más tendremos que esperar?

Después de lo discriminada que está Catalunya fiscalmente, después de lo que nos critican en el resto de España gracias a los ataques salvajes del PP, esto era lo que nos faltaba para sentir indignación y vergüenza, al ver lo que nos están haciendo esos “señores”.

A veces me pregunto que más dará que lo de nacionalidad o nación aparezca en el preámbulo o en el articulado, si lo verdaderamente importante es la financiación de nuestra autonomía.

Somos lo que somos y si sabemos que por historia y cultura diferenciada, sobradamente reconocida a nivel internacional, somos una nación, qué nos importa lo que piensen o digan los malditos carpetovetónicos. Qué les den morcilla a ver si revientan todos.

Si al pertenecer a la Unión Europea, que no acaba de funcionar ni a tiros, no podemos tener moneda propia, ni fronteras, ni ejército, hay que replantearse lo de la independencia o autodeterminación y no perder más tiempo, como lo harán uno de cada cuatro catalanes en los pueblos que hay convocado referéndum para el día 25 del presente y en las dos ocasiones anteriores; porque lo que realmente necesitamos, son los mismos privilegios que los vascos y navarros para poder avanzar decididamente. ¿Por qué ellos lo recaudan todo y nosotros no? Todo lo demás son tonterías y estupideces planteadas por políticos inútiles que no ven más allá de sus narices, y encima se creen que lo están haciendo bien.

Yo sé cómo lograr la independencia de Catalunya, pero como nadie me ha dado vela en este entierro, me callo; porque para ello, repito lo que siempre: hay que ser como los franceses; tener cojones y no ser mamones. ¡Pobre Catalunya!

CONSTANTE

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