miércoles, 5 de enero de 2011

La chulería de los españoles

No puedo creer que la crisis económica sea tan buena para ciertas cosas que ya comenté muchas veces.

Hace cuatro días entró en vigor la Ley Antitabaco y prenostiqué que los fumadores empedernidos no dejarían de hacerlo donde les apeteciera, como bares y restaurantes. Me equivoqué, aunque no del todo, porque es muy pronto para echar las campanas a vuelo; pero la crisis hace mella en la moral de sus sufridos españoles y ya no somos tan alcoyanos. Si esta ley más drástica que la anterior se llegase a promulgar hace cinco años en plena época de bonanza, sería un fracaso total, pero no hay bien que por mal no venga y estos días podemos ver a los sufridos bareros saliendo a fumar a la calle, refunfuñando sin cesar y esperando que todo se quede en agua de borrajas.

Son tan insensatos que están perjudicando su salud a un precio prohibitivo, pero no son conscientes del daño que se están haciendo a sí mismos. La mayoría de estos bareros son muy inteligentes, por eso pagan cuatro veces más de lo que valen los productos que si los tomaran en casa. Pero allí pueden participar en tertulias interesantísimas en las que todos son como el maestro liendre, que “de todo sabe y de nada entiende”. Resumiendo, son todos tan entendidos en fútbol que saben más que los mejores entrenadores. Dejémosles que sean felices en su ignorancia, mientras España es el país del mundo donde hay más bares per cápita; lo mismo que centros culturales y bibliotecas. Es broma.

La crisis no sólo les quitó la chulería a los fumadores que siempre dicen que lo dejarán pronto. En los últimos años, los “artistas” grafiteros lo embadurnaban todo como si fuésemos un país tercermundista y causaban millones de euros de gasto a las administraciones locales para la limpieza de semejantes aberraciones pictóricas, pero últimamente parece que ya se han cansando de hacer el ridículo y están un poco más calmados, tal vez porque les pueden tocar las carteras a sus padres y eso duele mucho. Como estos ejemplos podría enumerar muchísimos y en el fondo me alegro de que ya no seamos tan chulos. No hay nada mejor que ser humildes para ser admirados. ¿O no?

CONSTANTE

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