sábado, 1 de enero de 2011

¿Dónde están las perdices?

En estas dos semanas de fiesta consumista en los territorios dominados por el cristianismo, casi todo el mundo se muestra feliz y contento con una gran dosis de hipocresía y cinismo, porque hay gente que intenta dar la impresión de tener buenos deseos, cuando en realidad, debido a la enfermiza envidia, desea todo lo contrario a quienes les va mejor en la vida. En el fondo desean ser felices, pero su alterego les recuerda continuamente los problemas que se le avecinan, porque la crisis más que acabar, podemos decir que para muchos aún está empezando; sino que se lo digan a los millones de trabajadores que no tienen perspectiva de encontrar empleo, o a los que se quedarán sin él este año y en los siguientes.

Mientras tanto, la gran banca española seguirá siendo la más usurera de Europa, aun teniendo los beneficios más elevados; los insaciables especuladores e inversores de la bolsa sólo desean multiplicar sus beneficios a corto plazo, como si no fuesen a morirse nunca, importándoles una mierda las personas que lo están pasando mal; los directivos de las multinaciones y grandes empresas, tanto públicas como privadas, a pesar de ser los más inútiles, son los que más cobran, para fundir los millones en bestiales orgías de todo tipo en todo el mundo y las grandes compañías de servicios se están pasando un huevo con las subidas de los recibos con el beneplácito del Gobierno. Por otra parte, la gente joven se ve hipotecada para toda la vida, sufriendo pesadillas con el maldito euríbor, incluso si vive de alquiler, pues a la hora de hacer números no tiene en cuenta los gastos fijos y otros superfluos, como los derivados del coche, vestuario de marca, el tabaco, las consunciones en bares y ocio u otros que suman otro tanto o más.

Como estábamos muy mal acostumbrados y nos creíamos los reyes del mambo, vivíamos por encima de nuestras posibilidades y hacíamos el ridículo ejerciendo de triplefanes. Menos mal que la crisis nos puso en el lugar que merecemos y muchos vagos y maleantes se han dado de alta voluntariamente en el último año, por lo que ya comenzamos a ser algo más productivos, aunque no tanto como en Alemania, país gracias al cual nos hemos desarrollado tanto económicamente en el último cuarto de siglo.

Pero no os preocupéis, porque a la vuelta de poco más de un año, llegará al poder el señor inútil de la barba blanca y el pelo teñido y aún sufriremos más los mismos de siempre si no nos revelamos contra las distintas administraciones, que sólo piensan en la recaudación de impuestos para mantener en el poder eternamente a los políticos más ineptos de los países más avanzados.

Por lo tanto, seamos felices, pero no idiotas. ¿Vale?

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