Danubio Rojo

Si a Johann Strauss le dijeran a finales del siglo XIX, que su Danubio Azul sería rojo 111 años después, se moriría de pena y no de viejo. Pero si hoy levantara la cabeza se moriría de espanto y de tristeza, viendo el paisaje de desolación que mató al segundo río más grande de Europa.

Los responsables de las administraciones locales, autonómicas, nacionales y continentales, no controlan las industrias contaminantes, porque sus amigotes o ellos mismos invierten cuantiosas sumas de dinero en las mismas, por pura especulación, cuando lo que prima son los beneficios a corto plazo, al precio que sea. Luego pasa lo que pasa y alguien se montará un gran negocio para limpiar todas las tierras envenenadas y el cauce del río hasta su desembocadura. Eso era lo que le faltaba a Austria, a Ungría, a los nuevos países de la antigua Yugoslavia, a Rumanía y al Mar Negro, que dentro de unos cuantos días estará rojo.

A veces comenté que contra los terremotos y los volcanes, poco podemos hacer, salvo prevenirlos, porque son las válvulas de escape naturales del planeta. Pero la contaminación, totalmente globalizada, es exclusivamente culpa nuestra y la mayoría de los desastres naturales, como inundaciones, incendios, sequías, olas de frío y calor y otras catástrofes, son provocadas en gran parte por la mano de hombres, que sólo piensan en el dinero, como si pudiesen llevárselo con ellos dentro del traje de pino en su último viaje.

Los calentólogos dicen que todo se debe al cambio climático, aunque no sea del todo cierto, pero creo que deberíamos eliminar de la faz de la tierra a todos los inútiles que tienen el poder emanado de las urnas y no hacen nada para solucionar los problemas que sólo afectan a los pobres. Por lo tanto, la culpa es nuestra. No espabilaremos nunca.

CONSTANTE