El viernes por la tarde se presentó delante de mi ventanilla uno de los mejores alumnos de la mañana. Iba disfrazado de fraile, con barba pintada y había cruzado medio pueblo para que yo le viera. En principio creí que se trataba de un tarugo del turno de tarde y le dije: A ti también te gusta hacer el gilipollas. Al mismo tiempo que él me saludaba: ¡Hola, Constante! Le reconocí por la voz y entonces me di cuenta de la metedura de pata al ver la cara que puso y me dijo que había que participar en los carnavales para mantener la tradición. Luego rectifiqué, hablé con él un rato y se fue encantado, porque siempre me preocupo por la marcha de sus estudios y siempre trata de hacerme comprender que no todos los alumnos son iguales.
Como siempre, estuve casi todo el fin de semana haciendo prácticas placenteras y apenas he visto las noticias. Nada de Río de Janeiro, ni de Venecia, ni de Tenerife, ni de Cádiz, ni de Barcelona o de mi pueblo de acogida; ni se me perdió nada, porque siempre es más de lo mismo y no me hace ninguna gracia.
Con la que está cayendo en el país, no entiendo como la gente tiene ganas de disfrazarse para divertir a los que pasan de todo como yo. Hay que tener moral para intentar arrancar una sonrisa a los amargados, cuando cada vez hay más desgraciados a los que se les multiplican los problemas.
Creo que este pueblo permanentemente engañado por los políticos, debería dirigir sus esfuerzos a otros menesteres, como manifestarse para exigir mejoras sociales, antes que participar en actividades que no llevan a ninguna parte, si no es alimentar a comerciantes que hacen su a gusto en plena crisis y dura cuesta de febrero. Pero cada loco con su tema, luego pasa lo que pasa y nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.
Viendo la actitud de los dos grandes partidos políticos españoles, que no quieren ponerse de acuerdo para nada que no sea criticar sin aportar ideas, tengo la sensación de que vamos todos disfrazados de gilipollas, bufones y payasos todo el año, porque no reaccionamos para nada que valga la pena y así nos luce el pelo.
CONSTANTE
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No he olvidado el encargo, en eso estoy.
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