Anoche asistí a una de esas suculentas cenas para triperos, en una asociación de las que viven exclusivamente de subvenciones de ayuntamientos, diputaciones, consejerías autonómicas o el Ministerio de Cultura. Analizando como funciona el país de las subvenciones, llegué a la conclusión de que esto no puede seguir así.
Durante la Dictadura estaban prohibidas todo tipo de reuniones y todos hacíamos lo que decía uno en el Consejo de Ministros. Pero con la llegada de la Democracia, todos los españoles nos hemos convertido de la noche a la mañana en fervorosos reunioneros, para que nos tachasen de adictos al régimen anterior. Había que participar en todo tipo de asociaciones, pensando que la Democracia funcionaría mejor, diciéndole todos a uno lo que debe hacer para gobernarnos.
Pero los años fueron pasando y ahora nos encontramos con un sin fin de organismos oficiales y no oficiales que funcionan como verdaderas mafias: desde las mismas administraciones públicas que nos agobian con impuestos para subvencionar a partidos políticos, sindicatos, asociaciones culturales, deportivas, artísticas, benéficas y ONGs; que se llevan un altísimo porcentaje de todo lo recaudado por las distintas administraciones; sin olvidarnos de los colegios oficiales de todos los gremios, que son una lacra y una sangría para los ciudadanos asalariados.
Cuando llegué a casa ya estábamos en el Día de los Enamorados y le escribí una poesía muy romántica a una chica rusa que desea venirse para España, pero no se lo permiten, de momento. Sin pensar en que hoy era domingo, no desactivé el despertador y me despertó a la hora de costumbre, con la noticia de que una ONG vinculada al Partido Popular desviaba millones de euros a su antojo, llegando a la conclusión de que la mayoría de ONGs han sido creadas para que sus fundadores puedan disponer de millones sin dar palo al agua.
Me pregunto, ¿por qué los organismos que entregan subvenciones para casos y causas determinadas, no exigen claridad y comprueban si realmente el dinero que les entregan llega a su destino final o se queda por el camino en las cuentas y en los bolsillos de esos espabilados?
Yo intenté muchas veces que distintas asociaciones y particulares vendieran libros míos para obtener beneficios, aún sabiendo que lo que ellos quieren es dinero, pero como yo no sé robar, no lo tengo y no puedo darles. Lo siento.
Está muy bien que los pobres españoles seamos muy solidarios, pero hay que saber a dónde va a parar el dinero que entregamos ingenuamente, sino esto será un descontrol inadmisible.
CONSTANTE
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