Fin de semana feliz

Este fin de semana fue especial, porque no me enteré de las paridas que dijeron los políticos. Ayer por la mañana fui a ayudar a un amigo a terminar un trabajo y por la noche de picos pardos.
Esta mañana me he enterado de lo felices que están los curitas, después de conocer que la Iglesia Católica recauda más cada año en comparación con los cientos de ONGs que han proliferado en las últimas décadas, a pesar de la que está cayendo. Todo de debe a la crucecita que los creyentes y los no pensantes marcan a la hora de hacer la declaración de renta. Se nota que los que ponen la cruz en la casilla de la Iglesia son los que tienen gran poder adquisitivo, porque cada año que pasa van menos feligreses a misa y por mucho que recauden con el cepillo, es muy poco comparándolo con lo que recaudan del Espado.
Teóricamente somos un país laico y me pregunto qué pasará dentro de unos años o décadas cuando otras confesiones religiosas pidan también sus subvenciones, porque no podemos ser todos moros ni todos cristianos. Dije hace unos días que se deberían eliminar las subvenciones a todo tipo de organizaciones, porque con el dinero del contribuyente es muy fácil realizar obras seudo benéficas y quedarse con la mayoría de lo recibido, cuando escasea para temas sociales, especialmente en tiempo de crisis.
A los señores de la crucecita les digo que sigan haciéndolo para alimentar las panzas de toda la curia episcopal, para que puedan lucir buenas joyas y buenos coches y que puedan aportar un pequeño porcentaje a su filial Cáritas, para cubrir el expediente.
Después de dos milenios de cristianismo, creo que deberían replantear los objetivos de la Iglesia, porque todos sabemos, y los primeros ellos, que lo del cielo y el infierno es una patraña increíble. El cielo lo están disfrutando ellos aquí con las orgías que se montan y el infierno lo sufren todos los trabajadores y pobres que no llegan a fin de mes y están agobiadísimos por las hipotecas, la carestía de la vida y la precariedad laboral. Es lo que hay, gracias a la ignorancia.

CONSTANTE