Hace unos días dije que en la mayoría de chistes de gallegos nos tratan de tontos y pronostiqué que a partir de ahora se multiplicarían las bufonadas sobre Rajoy. Ayer recibí un e-mail con un vídeo ridiculizando el presidente electo y aparecieron decenas de ellos, algo que no esperaba tan pronto, porque si la mayoría le ha elegido merece un respeto, aunque no sea el que merecemos los españolesh. ¿O le merecemos por tontos?
La verdad es que Rajoy siempre ha sido reacio a enfrentarse a los medios de comunicación, por si le preguntan algo complicado y no tiene al lado quien le apunte lo que tiene que decir. Hoy dice en una red social que estos días está trabajando duro para solucionar los problemas de la economía y el paro. Se reunió con mucha gente importante, especialmente banqueros, pero no se atreve a convocar ruedas de prensa para informar a todo el mundo de lo que se trata en ellas y prefiere permanecer callado para no meter la pata. Estos días todo el mundo está loco por saber quién será el nuevo ministro de Economía y nos quedamos con las ganas de saberlo. Tal vez piense que debe decirlo cuando sea ya Presidente y tenga que nombrar el gabinete. Pero me pregunto, ¿por qué hace cuatro años lanzó a bombo y platillo con meses de antelación al iluminado Pizarro, al que se merendó Solbes con un ojo cerrado y nunca se supo más de él? Pensaba que ganaría las elecciones y le salió el tiro por la culata. Ahora se nota que no quiere hacer el ridículo otra vez y tendremos que esperar.
Pero ante la grave situación de Europa, creo que debería dar la cara y tranquilizar a los nerviosos con mensajes de la tan predicada confianza. Lo que ocurre es que ésta no viene sola ni por arte de magia y visto lo que ocurre estos días en los mercados de los insaciables especuladores, no ven en él al salvador de tan grave situación, porque esto no lo arregla nadie que no tenga cojones de verdad. Si alguien tiene el poder que dan las urnas, debe ejercerlo para bien o para mal o renunciar. En el caso de que haga lo que tiene que hacer, los que le han catapultado a la presidencia ya se encargarían de enfrentarse y presionar a los poderes que le quieran dominar. Pero como los poderosos tienen la sartén por el mango y los electores tragamos lo que nos echan, mal vamos. ¡Tengamos paciencia!
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