miércoles, 30 de noviembre de 2011

Tarugolandia

En mis primeros años como funcionario, denominaba Tarugolandia al instituto donde trabajaba, porque para muchos de los estudiantes era una guardería antes de comenzar a trabajar. Luego la cosa cambió y llegó la obligación de estudiar hasta los dieciséis años, con lo que la hemos cagado, porque en este país no se puede obligar a nadie a hacer algo si queremos que pongan un mínimo de interés. Lo mismo ocurre cuando algo se prohíbe, que entonces somos más chulos que nadie y desobedecemos las leyes.

Pero las cosas fueron cambiando y la aptitud y la actitud de los alumnos se uniformó en los centros educativos con el cambio de sistema, excepto en los de elite y religiosos, a los que hay que dar de comer aparte. Lo curioso es que cuantas más oportunidades le dan a la juventud de este país para estudiar, menos le apetece y si la cultura, la formación y la educación les persigue, ellos son más rápidos; por eso van empeorando en todos los sentidos, aunque no lo parezca.

Como Spania deriva del griego tierra de conejos, hace muchos meses la llamé agnusia por el aborregamiento al que nos conducen tantos fanatismos hispánicos. Por eso hoy se me ocurrió denominarla Tarugolandia al ver una información sobre las entradas para el partido de fútbol Madrid-Barça, alcanzando algunas los 7000 €. Hay que ser retrasado mental y tarugo para pagar tanto dinero por ver un partido, que como todos los demás, es aburrido y cansino, aunque el Barça pueda encantar con su arte. Seguro que esos espectadores o son muy ricos o intentan parecerlo para impresionar a los envidiosos, que seguro que son tan imbéciles como ellos. ¿A quién quieren engañar? Así no podemos ir bien nunca. Pero viva la libertad para hacer el tarugo o lo que sea, con tan de ser felices. Porque el grado de idiotez y el de felicidad es directamente proporcional.

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