Yo estuve a punto de morir a los tres años de edad debido a una pulmonía doble. Me salvó la penicilina y volvió a hacerlo cuando tenía catorce, con un principio de pulmonía, después de jugar un partido de fútbol y coger un frío glaciar en el mes de enero. Desde entonces quedé inmunizado y nunca más padecí ni siquiera una gripe, ni nada por lo que haya tenido que ir al médico.
Trabajé cincuenta años sin tener ni una sola baja, ni por enfermedad ni accidente, si exceptúo una rotura de pierna en un salto en paracaídas en la mili, y ahora que un considerable porcentaje de los sanitarios catalanes están en huelga por los recortes en el departamento, me pregunto qué sería de muchos de ellos si toda la población se cuidara mucho más e hiciera una vida sana, no fumara, no se drogara, no se emborrachara y por el contrario practicara más deporte sano, como el esquí en la cama y no el tiro al plato, con lo que casi la mitad de los españoles están obesos, aunque no tanto como los triperos norteamericanos.
Entiendo a los que protestan, porque no se puede desatender a los enfermos, ni tener unas listas de espera interminables, ni tolerar los recortes ni la pretensión de privatizar los servicios sanitarios o la educación, porque eso es precisamente lo que ocurrirá con la mayoría absoluta del Gobierno que salga elegido dentro de cinco días. Luego no servirá de nada protestar.
Procuraré no ir al médico hasta que no tenga más remedio, porque si algún funcionario sanitario o médico intenta pasar de mí, se encontrará con la horma de su zapato, porque en los cuarenta años de cotización sólo me recetaron un colirio para los ojos y si
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