lunes, 16 de enero de 2012

Las frustraciones de Fraga

Era de esperar la paliza que nos están dando los medios de comunicación con la muerte de Fraga. Por eso quiero recordar aquí sus frustraciones.
Nació en Villalba (Lugo) y me consta que de joven admiraba a su vecino Pedro Madruga, un pirata que actuaba de madrugada en las Rías Bajas. También nació allí José A. Rouco Varela, al que le gustaría ser Papa, pero se quedará con los deseos.
Cuando Franco nombró ministro a Fraga se creía que se comería el mundo, pero el mundo le comió a él. La primera frustración la sufrió cuando Franco nombró Presidente del Gobierno a Luis Carrero Blanco, aquel que voló por los aires en diciembre de 1973, gracias a los asesinos de ETA. Segunda frustración, cuando el rey nombró Presidente a Adolfo Suárez y no a él. Tercera frustración cuando fracasó varias veces en el intento de ganar las elecciones generales a Felipe González. Cuarta frustración, tener que poner al piquito de oro, Hernández Mancha, para sustituirle, quien fracasó y tuvo que volver él una vez más. Luego tuvo que refugiarse en Europa y en su feudo durante dieciséis años. Pero al fin llegó la recompensa al triunfar su hijo Aznar y quince años después su nieto Rajoy, ambos por deméritos de otros. Estoy seguro que habrá muerto muy feliz viendo como triunfaron los suyos y sus lacayos.
Como este país es bastante hipócrita, ahora nadie se atreve a hablar mal de él, lo que confirma mi teoría de que todo el mundo es bueno después de muerto, porque nadie se atreve a decir lo que piensa.
Si Fraga colaboró en la Transición, es porque no tenía otra alternativa, sino de qué. Aún le recuerdo como el mayor censor que hubo en tiempos de la Dictadura ante todo lo que no sonara a españolismo puro y duro. Para muestra basta un pequeño detalle, como él amaba tanto a Galicia, censuró una coplilla cantada en gallego por la protagonista de la película “La casa de la Troya”. ¿A quién quieren engañar si todos sabemos de qué pié cojeaba? Lo que sí se puede decir es que murió con las botas puestas como los del 7º de caballería. Eso sí era ambición de poder y de protagonismo, no como otros que se rajan a la primera de cambio o que les obligan a retirarse por inútiles.

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