domingo, 1 de enero de 2012

Concierto de Año Nuevo

Como cada año, he visto el concierto de Año Nuevo y me emocioné mucho pensando lo maravillosas que son la cultura, el arte y la historia. Aunque terminé un poco desilusionado, porque me di cuenta que estos extraordinarios programas parecen algo exclusivo de la vieja Europa, con ciudades como Moscú, San Petersburgo, Praga, Budapest, Viena, Londres, París o Roma. Da la sensación de que por debajo de los Pirineos es África y no sé si es porque tenemos unos minúsculos territorios enclavados en esa plataforma continental. El caso es que si analizamos las actividades culturales y artísticas de ambos lados de los Pirineos, tengo la impresión que en la parte sur la cultura nos persigue, pero nosotros somos más rápidos. Sólo debemos observar que los más grandes aborregamientos que ocurren en España no están exentos de un fanatismo fuera de lo común. Recordad lo que ocurre es las procesiones de Samana Santa, en el Rocío, en la Feria de Sevilla, en las mascletás de Levante, en la quema de ninots, en la Tomatina, en San Fermín, en los inhumanos toros, en el aburrido fútbol, en los macro botellones, en los tostaderos de imbéciles en verano y en muchísimas otras actividades multitudinarias que sorprenden a los turistas y a todo el mundo. Con razón decían que España es diferente.
Que los partidos de fútbol sean los programas de televisión más vistos y el concierto de hoy apenas lo vean unos pocos millones, dice muy poco a favor de los teleespectadores españoles. Se entiende que tengan que descansar de la resaca de la fiesta de fin de año. Pero a qué viene tanta celebración si el año pasado fue económicamente un desastre. Si desean que el nuevo sea mejor lo entiendo, pero no seamos ingenuos, pues ya hemos visto las primeras medidas del Gobierno, sin necesidad de utilizar un metro. Que Dios pille confesados a los creyentes, porque el resto ya no creemos en nada.

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