Paña KK

Al comprobar hoy que siguen machacando al juez Garzón en el Supremo y que no tiene escapatoria posible, que ya no podrá seguir metiendo caña a los hijos de perra intolerantes, corruptos e impresentables, me indigné más que nunca al no poder hacer nada.
Luego he visto la intervención del ministro de Educación en una comisión en el Congreso y me puse totalmente histérico. A pesar de que no pude realizar estudios superiores, tengo un gran conocimiento de la evolución de los sistemas educativos del país de los últimos sesenta años, especialmente desde la Transición, desde que fui funcionario, por lo que puedo hablar del retrógrado sistema educativo de la Dictadura, del sistema de Villar Palasí y del actual, tan reformado cada vez que hubo cambio de Gobierno.
Conocía al ministro de turno de verle en la televisión defendiendo siempre al que le nombró y al Partido Popular; pero nunca había imaginado que ese individuo tan mediocre podría llegar a ser ministro, y mucho menos de Educación.
El sistema anterior no era muy adecuado para la igualdad de oportunidades y el actual no es tan malo como se dice, porque lo que falla es el personal implicado: alumnos, padres, profesores y administración. Los niños de ahora tienen demasiada chulería, demasiados derechos y pasan de sus deberes y obligaciones, con el temor de ponerse malitos con tantos estudios; los padres no saben ni tienen tiempo para educarles y pretenden que lo hagan en los centros de enseñanza; la mayoría de los profesores da la sensación de que sólo quieren cobrar a fin de mes y a la administración no le interesa la formación de los hijos de la clase trabajadora para que sean siempre manipulados y explotados por la élite que se educa en las escuelas privadas. Por eso ahora pretenden ponerlo todo patas arriba y comenzar de nuevo. Si se les permite eso pasarán otras dos décadas hasta que el nuevo sistema comience a funcionar y mientras tanto, la diferencia entre ricos y pobres será cada día más abismal. Sino al tiempo.