¿Qué hacen los capitanes?

Con la globalización de la economía, 1.000 millones de seres humanos viven en la gloria y 6.000 millones en el infierno; con la globalización de la contaminación, el mundo camina hacia el desastre absoluto y con la globalización de la estupidez humana hemos llegado al aborregamiento total, del que ya hablé muchas veces.
Me dan muchísima pena las personas que iban enlatadas en el crucero por el Mediterráneo. ¡Pobrecillas! Debido a la ineptitud del capitán, el barco encalló en una isleta, viviendo todos los pasajeros y tripulantes escenas dramáticas parecidas a las del Titánic hace un siglo; por lo que no han podido seguir relatándose los unos a los otros las aventuras tan apasionantes de sus vidas; ni podrán inventarse historietas a posteriori al no haber concluido el crucero. Pero me dan mucha más pena los marineros que se pasan grandes temporadas pescando por los mares de todo el mundo, cobrando unos salarios irrisorios para que no nos falten productos marinos en las mesas. Si quieren vivir emociones fuertes, les recomiendo que se enrolen en los barcos que faenan en el océano Índico. Eso sí que es una aventura y lo demás son cuentos.
Me pregunto qué estaría haciendo en aquel momento el experto capitán del buque y creo que me lo imagino. Espero que se sepa pronto y seguramente no será que el islote no estaba en la carta de navegación como dijo; eso es imposible. No recuerdo cómo se llamaba el capitán del Titánic, pero él no fue el primero en abandonar el barco en aquella tragedia, como tampoco lo fue Andreas Mangouras del famoso Prestige. Pero en este caso tenía un motivo: hablar con su mamá por teléfono. ¡Vaya profesional!
¿Cuándo se cansará la gente de viajar por viajar con tanta obsesión, si se está divinamente en casa sin tener que aguantar rollos de compañeros de viaje pelmazos y aburridos? Esto no quiere decir que yo sea poco sociable, porque sería capaz de estar todo el día hablando sin parar. Quienes me conocen lo saben.