Hoy me sorprendí con la lectura de un artículo sobre la crisis, de mi amigo Juan Francisco García, regidor de un ayuntamiento vecino. Como coincide conmigo casi al 100%, lo adjunto aquí para que quede constancia, porque yo no podría mejorarlo, aunque me dediqué a condensarlo un poco:
“Parece una broma y sería para morirse de risa si no estuviera en juego el bienestar de millones de hombres y mujeres. La reforma la estamos contemplando ahora mismo: los bancos, a los que los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, España y otros países llenaron las arcas con el dinero público, el dinero de todos los contribuyentes, siguen especulando e incrementando sus beneficios, guardando los dineros en sus cajas fuertes sin conceder ni una migaja de crédito a la economía real. Los mercados continúan campando por sus respetos, las maniobras especulativas de gentuza enmascarada en el anonimato hacen temblar de pánico a países enteros, como la misma España, décima potencia económica del mundo, con 46 millones de habitantes, una renta per cápita que supera los 27.000 euros anuales y un PIB que alcanza más del billón y medio de euros. Eso quiere decir que no sólo no se combate la crisis, sino que se está profundizando en ella al permitir los poderes públicos que los especuladores sigan actuando a sus anchas. En definitiva, el capitalismo hunde cada día más sus raíces en el abono que lo sustenta: la depredación, la rapiña, la especulación y la explotación son los componentes genéticos del capitalismo; pues sin ellos no existiría.
Hay que remitirse a lamentables y reciente hechos. Rodríguez Zapatero, que pretendía pasar a la Historia como el presidente de un Gobierno español más abierto a lo social, ha acabado hincando la cerviz, espantado ante las caras torvas que le ponía el Señor Mercado. Tal ha sido el susto, que sus medidas para reducir el déficit público son las más derechistas que jamás se ha atrevido a anunciar un primer ministro español. Ni Mariano Rajoy, hombre de derechas donde los haya, hubiera osado llegar a tanto por miedo a que se le prendiera fuego al país. Así, el Señor Mercado, los especuladores, los banqueros… han acabado imponiendo su santo y seña: el capitalismo es intocable.
Pero las medidas antisociales anunciadas por Rodríguez Zapatero son una declaración de guerra a los sindicatos. Veremos cómo se las apaña el Presidente para hacer que los secretarios generales de CCOO y de UGT, se traguen el embolado y admitan que las medidas anunciadas son las únicas posibles para enderezar un entuerto del que ninguna de las víctimas que resultarán damnificadas –que serán millones– tiene la más mínima responsabilidad.
Medidas reales:
-Defensa de los servicios públicos y del empleado público.
-Rechazo de la congelación de las pensiones y cualquier recorte.
-Priorización de las inversiones por criterios de rentabilidad social en términos de estímulo económico.
-Incremento del empleo y del desarrollo de capacidades competitivas sostenibles con el objetivo de cambiar el modelo productivo.
-Negativa a reducir la ayuda al desarrollo.
Rechazo a la congelación de las pensiones y el recorte de los sueldos de los empleados públicos. "Hay que priorizar las inversiones con criterio de responsabilidad social de estímulo económico. Defendemos los servicios públicos, desde un punto de vista sostenible y nos negamos a reducir la ayuda al desarrollo.
Propuestas para reducir el déficit público, con las que se podría disminuir en un mínimo de 7.600 millones de euros anuales, son las siguientes:
-Luchar contra fraude fiscal.
-Grabar en mayor medida los niveles más altos de renta. Que los que ganen más de 7.000 o 8.000 euros brutos al mes paguen más impuestos.
-Establecer un nuevo impuesto sobre la riqueza que grave la tenencia de bienes muebles e inmuebles a partir de un millón de euros. Esto permitiría un ingreso de 2.250 millones de euros.
-Garantizar un trato igualitario en el Impuesto de Sociedades para las sociedades productivas y las sociedades de inversión, así se acabaría con el hecho de que las grandes fortunas tributen al 1%.
-Tramo impositivo del 5% adicional en el Impuesto de Sociedades para todos aquellos ganancias superiores a los 1.000 millones de euros, lo que implicaría una recaudación superior a los 2.500 millones de euros, la mitad de lo que se lograría con el recorte del sueldo de los trabajadores públicos.
-Tratamiento diferencial en los incrementos patrimoniales, grabando en mayor medida los que se generen en un periodo inferior a un año, como medida para hacer frente a la especulación.
-Reorientación de la reforma del IVA.
-Apuesta por una fiscalidad ambiental.
-Desarrollo de la fiscalidad inmobiliaria.
-Eliminación o reducción sustancial de las deducciones del IRPF por aportaciones a planes de pensiones privados. La recaudación fiscal se incrementaría en 800 millones de euros anuales.
-Suprimir la financiación de la Iglesia con aportaciones del IRPF.
-Iniciar el tope de los límites de las cotizaciones a la Seguridad Social.
-Recuperar los tipos patronales de cotización por desempleo rebajados en épocas anteriores.
-Establecimiento de un impuesto sobre las transacciones financieras al estilo de la Tasa Tobin, largamente reclamada por los movimientos progresistas por la necesidad de aplicar su recaudación a causas sociales, al servicio de la deuda pública ya la cooperación internacional.
-Limitación de los salarios y los cobros por incentivos de los altos directivos del sector financiero. La regulación de las remuneraciones debe desligarse de los riesgos a corto plazo que tanta especulación han generado.
-Reducción del gasto de los altos cargos de la administración pública estatal.
-Iniciar un proceso de simplificación de los organismos públicos.
-Suspensión de los procesos de ejecución del desahucio por el impago de hipotecas de trabajadores desempleados.
-Garantías de llegada del crédito a empresas y particulares.
-Reducción de un mínimo del 15% del presupuesto destinado a la Casa Real.
-Acotar el cheque bebé exclusivamente a las familias con menos ingresos.
-Reducción del gasto militar, retirando las tropas españolas de Afganistán".
Juan Francisco García Caba