Hoy escuché en las noticias que el proyecto que se debate en el Parlament de Calatunya pretende que los escolares catalanes reciban menos horas de clases semanales de castellano que de catalán e inglés. Eso está muy bien, si tenemos en cuenta lo importante que es el catalán al norte de Los Pirineos o al sur del Ebro.
El sistema educativo anterior, conocido como el de Villar Palasí, duró veinte años y era muy muy muy malo, por eso se cambió por uno mucho mejor. Los alumnos de hace más de veinte años tenían un nivel educativo equiparable al de todos los países avanzados y ahora somos el hazmerreir de la OCDE. Maravillas de la obligatoriedad y de la última generación de adolescentes, que ha empeorado mucho en comparación con las anteriores. Pero no toda la culpa es de ellos, porque alguna culpa deben tener los lumbreras que implantaron este sistema fracasado que uniformiza la idiotez y no han sido capaces de hacerlo funcionar, a pesar de que se invirtió mucho más en educación en comparación con otras épocas de la historia.
Lo único que están logrando desde el Ministerio y de las consejerías autonómicas es que cuando la derecha vuelva al poder implante otro sistema, donde los profesores y los padres vuelvan a ser espetados, que tener todos los derechos no implique pasar los deberes y las obligaciones por donde les place y que a partir del cual la carencia de vergüenza y la mala educación no sean la tónica de la juventud malcriada e irresponsable. Se la están jugando y no se dan cuenta, ni los unos ni los otros.
CONSTANTE
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