Píldora del día siguiente

Hoy leí y escuché que vamos a disponer muy pronto de la píldora del día siguiente. ¡Qué bien! ¡Ya somos europeos!
Por fin, nuestras jóvenes adolescentes ya pueden practicar el amor libremente sin temor a quedarse embarazadas, porque con una pildorita que vale diecinueve euros, todo queda solucionado, aunque pueda ser perjudicial para la salud, debido a posibles efectos secundarios si se abusa reiteradamente.
Los gobernantes españoles copian las medidas de los países avanzados, pensando que eso también puede funcionar aquí, pero me temo que habrá muchos problemas. Como estamos en el país de la picaresca, no tardarán en aparecer cientos de espabilados que venderán el producto por Internet a precios irrisorios, porque no será el mismo, sino un placebo.
La liberalización total del producto generará unos beneficios de miles de millones a las farmacias y laboratorios, pudiéndose equiparar muy pronto con el tráfico de armas, el tráfico de drogas o la prostitución.
Lo que debe hacer la administración es educar adecuadamente a nuestros jóvenes, ya que no lo hacen sus padres. Se debe informar diariamente si es preciso, lo peligroso que es tener relaciones sexuales esporádicas durante la adolescencia, para que sepan a qué atenerse; pues más vale prevenir que curar. Jovencitas, os reitero que algún componente de la píldora seguramente producirá efectos secundarios para la salud.
Es un grave problema que la mayoría de los chicos no sean conscientes ni responsables y sólo piensen en el disfrute sexual sin respetar a las chicas ni pensar en las consecuencias. Creo que se debería seguir potenciando el uso del preservativo con campañas como la de Póntelo, Pónselo, porque el profiláctico preserva de muchas enfermedades infecciosas graves.
Señores responsables del Ministerio de Sanidad y del Gobierno, antes de promulgar iniciativas como esta, si se hubiera informado y educado a las chicas desde la infancia preadolescente, no hubiera hecho falta tanto bombo y platillo, su tienen que pagar casi veinte euros por una píldora. Ni que fuese de oro. ¡Viva el negocio del siglo!

CONSTANTE