Muchas veces me pregunto qué pasa con los globos inflados con oxígeno cuando son lanzados a la atmósfera en todo tipo de acontecimientos, desde las fiestas populares de los barrios de todos los pueblos del mundo hasta las convenciones fantasmagóricas de los partidos políticos norteamericanos.
Pero hoy me pregunto qué pasará con el globo desinflado de la Selección Española. Justo el día en que se le otorga el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes comienza su declive con los resbalones de Reina. Era previsible y casi siempre ocurre lo mismo. Ni los que ganan son siempre los mejores ni los que pierden son los peores. Casi siempre es cuestión de suerte y no debemos preocuparnos por ello, porque eso no nos dará de comer a los que tenemos que trabajar, sino a las mafias del fútbol; mafias que si dependieran de mí iban a tenerlo crudo.
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