En el humbral de la pobreza

Los males del Capitalismo son inadmisibles en el tercer milenio. Estados Unidos es el país más rico y más potente del mundo en todos los sentidos. Al mismo tiempo, a pesar de ser el país más endeudado del planeta, se permite el lujo de malgastar miles de millones de dólares en guerras, para que sus fábricas de armamento sigan funcionando y también dedica miles de millones a la conquista espacial.
Lo que resulta paradójico es que sus ciudadanos soporten la vergüenza de ser el país donde hay decenas de millones de pobres que no tienen donde caerse muertos. Pero también hay millones de pobres en potencias europeas como Alemania, Reino Unido, Francia o Italia. Y España no podía ser menos. Aquí siempre hubo pobres, incluso en épocas de crecimiento, rondando el umbral de la pobreza en torno al 20% de la población y con más de un 60% de las familias que no llegan fácilmente a fin de mes; pero lo que ocurre en esta crisis no se había visto nunca. En un año ha crecido la pobreza en casi un millón de seres, algo que no se había alcanzado en las crisis anteriores de los 70-80 o los 90, según declaraciones de Cáritas hoy mismo.
No me gusta ser pesimista, pero repito que la única salida a este desbarajuste es hacer una profunda reestructuración del Estado, para eliminar a la mitad de los inútiles que nos gobiernan o al menos que se rebajen el sueldo a la mitad, así como a los altos cargos que se están forrando y también a los funcionarios que no funcionan. Es la única fórmula para salir de este infierno y tener dinero para todo lo imprescindible, sin necesidad de subir los impuestos. Si los ciudadanos supieran lo que se desperdicia en sueldos de parásitos o buitres carroñeros, se morirían de espanto.
Otra cosa que tampoco se puede tolerar es que las parejas jóvenes hipotequen toda su vida para tener una vivienda, tal como reconoce la Constitución, y al quedarse en paro se queden sin ella y sin lo que han pagado hasta la hora de caer en desgracia. Esto es intolerable y hay que arreglarlo, señor Zapatero. Si no sabe hacerlo, no quiere o no le dejan, abandone y dedíquese a sus zapatos, que esto le va grande.

CONSTANTE