miércoles, 3 de junio de 2009

Peste política

La crispación política es una vergüenza nacional, como la envidia. De la A de Acebes a la Z de Zaplana, son todos unos impresentables. Cuando no tienen argumentos ni política se dedican a insultar y faltar a respeto, cuando a ellos se les respeta. Se dedican a mentir una y mil veces, porque saben que sus fanáticos y los ignorantes que les votan, les creen y les seguirán creyendo en el futuro, tanto si lo hacen bien o mal, estén en la oposición o en el Gobierno. Eso es lo que le salva al que no le cabe la lengua en la boca. Sí, ese que decía que no había marea negra después del hundimiento del Prestige. ¿Qué se puede esperar de un hombre así? Da pena oírle, con lo inteligente que parecía cuando se le podía comparar con su antecesor, el hombre de Cromagnon. Lo que más me revienta es que utilicen el terrorismo y sus víctimas en su provecho político. Son unos cerdos. ¡Joder, qué país!
Este párrafo fue publicado hace tres años en “Sueños y secretos de una saga” Desde entonces ha llovido bastante y ya no hay sequía, pero el panorama político en vez de mejorar empeora cada día y da vergüenza ver discutir por tonterías a todos los políticos, en vez de tratar de solucionar los problemas que ellos mismos han creado y permitido.
Es la primera vez en mi vida que no puedo ver las informaciones de la campaña electoral, porque me ponen enfermo. A pesar de la corrupción generalizada en el partido de la oposición, el domingo ganarán las elecciones y esa misma noche comenzarán a pedir elecciones anticipadas, confundiendo Europa con España. Lo hizo hasta la saciedad el presidente Aznar entre 1993 y 1996. Sí, ese que nos está costando su seguridad a los españoles más que un hijo tonto a una familia pobre. Recuerdan: “Váyase señor González”. Lástima que la justicia les proteja más que a los de izquierdas y no metan a todos los corruptos a la sombra. A ellos les importa un bledo España, sino mangonear todo lo que puedan y encima se creen nuestros salvadores.
Lo que más me fastidia es que haya cuatro o cinco millones de trabajadores que les votan una y otra vez y se quedan tan panchos. ¡Serán imbéciles! ¿Qué todos son iguales? Sí, pero no tanto, y eso se va a notar en Europa en muy poco tiempo. Ya podemos ir preparando la vaselina, por estúpidos. Somos sadomasoquistas si permanecemos impasibles manteniendo a esta lacra política inmunda y apestosa.

CONSTANTE

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