sábado, 12 de septiembre de 2009

Hombrecillos acomplejados

Estos días estamos viendo los problemas que tienen algunos dirigentes políticos del mundo:
Obama intenta imponer en su país algo que ya existe en los países avanzados desde hace mucho tiempo: la sanidad universal. Al final lo logrará, porque es inconcebible que el país más rico y endeudado del mundo no la tenga, gracias a los negocios privados de depredadores insaciables.
En España, Zapatero ya no sabe cómo salir de la crisis y Marianín aún no puede creerse que tenga posibilidades de ser Presidente, después de tantas zancadillas por parte de miembros de su propio partido, con la repipimpresentable a la cabeza.
En Italia, Berlusconi tiene suerte de que los italianos sean primos hermanos de los españoles y que se lo permitan todo, incluso ser un putero empedernido y ve tú a saber si pederasta también.
En Francia, Sarkozy tiene un complejo de enano que no le deja vivir tranquilo. Es patético que se haga rodear de gente de mediana estatura para parecer más alto y ponerse plantillas en los zapatos o colocarse sobre algún complemento extraño detrás de un faristol. Tener las piernas más cortas de lo normal no debe ser un problema si la tercera funciona como mandan los cánones. Él sabe bien que si Carla se casó con él es por su cargo y por su poder, no por su físico, pero no es para tomárselo a la tremenda. Lo que tiene que hacer es practicar cada día con ella el deporte más sano que existe y luego, cuando posiblemente ella le envíe a freír espárragos, que le quiten lo bailado.
No hace mucho tiempo teníamos en España a otro hombrecillo acomplejado que hacía casi lo mismo que Sarkozy, pero era más corto de luces que el francés y más virtuoso cara a la galería, por eso no armaba escándalos y ahora se dedica a intentar impresionar con las pastillas de chocolate donde la mayoría llevamos el barril de cerveza o el cementerio de gambas.
También hemos tenido a otro acomplejado durante cuarenta años, pero no veas como se las gastaba el enano, firmando cientos de miles de sentencias de muerte y aún hay quien le echa de menos y llora por él. ¡Joder, qué país! Esto me recuerda un chiste muy malo: Cuando asesinaron a Kennedy, como católico practicante, se presentó en la puerta del cielo y San Pedro no le dejó entrar, porque si le habían asesinado algo malo habría hecho. Kennedy insistió y San Pedro le dijo que si quería entrar, tenía que llevarle un caballo totalmente blanco; pero al no encontrarlo en Estados Unidos se vino a España, donde tampoco lo halló. Al enterarse Franco, como era el único militar del mundo que se permitía la desfachatez de ir bajo palio cuando se le antojada, como si fuese un representante de Dios en la Tierra, se ofreció a ir con él hasta la puerta del cielo. Tocaron y les abrió San Pedro como la vez anterior, pero al verles a los dos, dijo: John, te dije que me trajeras un caballo blanco, no un burro gallego.
Y en Europa, la que lió otro enano con bigote, porque unos judíos no le aprobaron el examen de ingreso en una escuela de bellas artes en Viena en 1907 y siguientes, a pesar de ser buen artista. A veces la Humanidad pende de un fino hilo o de una mala decisión. ¡Manda Carallo!

CONSTANTE

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