El sincrotón Alba

Hoy se ha inaugurado el sincrotrón Alba, la instalación científica más importante que se ha realizado en España. Situado en la carretera que conduce de Sant Cugat del Vallès a Cerdanyola, cerca de la Universidad Autónoma de Barcelona, emerge un edificio singular con aspecto de caracol gigante. No es una base extraterrestre ni un estadio cubierto, sino una instalación de última generación destinada al estudio de la materia y, por extensión, al progreso general de la ciencia, desde la química industrial y la microelectrónica hasta los fármacos y la biología molecular, la física y la medicina o las ciencias ambientales.
Es una herramienta para investigar en diversos campos y se prevé que dé servicio a mil investigadores y a empresas de alta tecnología, para contribuir a elevar la competitividad científica e industrial del sur de Europa, especialmente de España, que buena falta le hace.
La instalación cuenta con 23.000 metros cuadrados y ha sido financiada a medias por la Generalitat de Catalunya y el Estado, con más de 200 millones de euros.
Todo esto es estupendo, pero ahora es cuando llegan los problemas; porque como todas las obras de gran envergadura realizadas en España, con una fecha de inauguración impuesta por intereses políticos, a partir de este momento es cuando habrá que seguir invirtiendo para mejorar todo lo que se hizo mal, por la improvisación tan típicamente española y por las prisas, con empresas subcontratadas que son rivales y para colmo cada departamento pone palos en las ruedas a los demás.
Por otra parte, hay luchas internas entre los grandes directivos que cobran una millonada y no se privan de nada en cuanto a viajes placenteros a gastos pagados, cuando los que tienen que sudar la camiseta no dejan de ser unos miserables mileuristas. Todo esto se ha degenerado tanto en los años de duración del proyecto que el coste se disparó, entre un 30 y un 40% más de lo previsto, como en todas las obras públicas del país, que a veces cuestal el doble de lo presupuestado.
Otra cosa que me preocupa es que cuando esté funcionando correctamente, los investigadores que se formen allí vayan a ser la mayoría extranjeros, porque los españolitos tienen que trabajar para pagar sus hipotecas o tendrán que continuar saliendo al extranjero para hacer sus másteres y post doctorados.
Esto es una desgracia para un país que lucha por ser europeo, pero sus administraciones hacen más bien poco para conseguirlo. Porque una cosa es la España oficial y otra muy distinta la España real, que se debate entre la ignorancia y la resignación.

CONSTANTE