domingo, 21 de marzo de 2010

Europa y España

Tras la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la más grande aberración de la historia de Europa y del mundo en el primer lustro de los 40, el continente aprendió la lección y desde entonces progresó mucho económica y socialmente; sobre todo en el centro y en el norte, gracias al laborismo británico, a la socialdemocracia alemana y al socialismo en general; mientras en algunos países mediterráneos carecíamos incluso de libertad.
Los países del sur, influenciados por los avances del socialismo de Olof Palme y Willy Brant, tomaron nota y comenzaron los cambios: en Grecia, en Francia, después de haberlo intentado Mitterrand durante dos décadas, Portugal y como no podía ser de otra manera, en España, para cerrar definitivamente la época dictatorial y la Transición. La fiebre de la Revolución de los Claveles, la rosa y los capullos, nos llevaron al triunfo total en las municipales de 1.979, las generales del 82 y las autonómicas del 83, con Felipe González como líder indiscutible.
Tres años después, por fin, ya éramos europeos y hay que reconocer que hemos progresado mucho desde entonces, pero ahora, al no recibir fondos de la Unión, excepto para los grandes terratenientes, nos toca sufrir las consecuencias.
Actualmente Europa sufre el poder de la derecha y cuando en los países mediterráneos recupera el poder la izquierda, como hoy en Francia, en España nos encontraremos a la vuelta de la esquina con el gobierno de derechas, más reaccionario, carca, inútil y demagogo de la historia. Pero nos está bien empleado por tontos y por no reaccionar a tiempo.
Pienso que los socialistas españoles deberían cambiar los líderes inmediatamente, como en Francia, y poner de número uno en Catalunya a Montserrat Tura, que es la única capacitada para sacar a este país de la miseria en que nos han dejado los salvadores nacionalistas y los tripartitos, y en España a Carme Chacón, que para hacerlo mejor que Zapatero no tendrá que esforzarse mucho.
Si no se realizan estos cambios de inmediato, seremos el hazmereír de Europa y no tardaremos en arrepentirnos, como siempre; pero sarna con gusto no pica y luego nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, como siempre. Sino al tiempo.

CONSTANTE

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