En el siglo XVI en el imperio español nunca se ponía el sol, pero tres siglos después llegó la Decadencia, la frustración, el desaliento, el aislamiento, las dictaduras y finalmente la democracia, que tampoco es la panacea, visto lo que hay. A comienzos del tercer milenio estamos otra vez en decadencia y a juzgar por los datos económicos, va para largo.
Después del fracaso del comunismo, debido a la corrupción y la burocracia del sistema y la ruina del capitalismo con esta crisis globalizada, debido a tantísima especulación y ambición por parte de los buitres carroñeros, estamos en un callejón sin salida, por falta de ideas de la clase política, que en vez de solucionar nuestros problemas, nos complican la vida con su ineptitud, al encontrarse atados de pies y manos a merced de las entidades financieras y las multinacionales. Son el estamento más mal valorado del país y se lo han ganado a pulso, por cobrar tanto y sobrar más de la mitad.
Está en decadencia la administración del Estado, que cada vez tiene más altos funcionarios que no dan palo al agua y cobran un pastón.
Está en decadencia nuestra educación, la formación permanente y la cultura, que son fundamentales para el progreso de una sociedad moderna. Estamos en todo esto a la cola de la OCDE, pero por el contrario, vamos a la cabeza en consumo de drogas y otros vicios adsurdos, típicos de seres estúpidos
Está en decadencia la justicia, que a juzgar por lo que vemos estos días en los medios de comunicación, sólo favorece a los que pueden pagar los mejores abogados del país. Tenía razón Pedro Pacheco cuando dijo: "La justicia es un cachondeo".
Está en decadencia la Sanidad, por el mal servicio primario, aunque se haya avanzado muchísimo científica y tecnológicamente.
Está en decadencia la creación de empleo, porque además de ser poco productivos, el trabajo nos persigue, pero nosotros somos más rápidos.
Está en decadencia la seguridad ciudadana, porque tenemos que convertir nuestras casas en fortalezas enrejadas y con los sistemas de seguridad más sofisticados. Tampoco se puede andar tranquilamente por según que barrios, sobre todo de noche.
Está en decadencia la construcción, por pensar hace unos años que el boom inmobiliario no tendría fin.
Está en decadencia la fabricación de coches, que no se venderían ni la mitad, si no fuese por las subvenciones de los sucesivos planes renove.
Está en decadencia la agricultura, porque no funcionan las cooperativas y están en manos de las grandes superficies, que aumentan los precios a su antojo.
Está en decadencia el turismo, excepto en Galicia, y no precisamente porque este sea Año Santo y caminen hasta Santiago miles de personas para vivir aventuras; sino porque las nuevas autoridades gallegas hacen la vista gorda, viendo cómo en el sector hostelero contrata personal sin seguridad social, con unos salarios bajísimos y obligándoles a hacer jornadas interminables de hasta diez horas; por eso pueden rebajar los precios de los servicios. No hay bien que por mal no venga.
Está en decadencia la juventud actual, siendo la más mal valorada de la historia, por su mala educación, por su poca vergüenza y respeto a los mayores.
Así las cosas, o nos ponemos todos las pilas o no levantaremos cabeza en muchos años; porque España sigue siendo diferente y lo será forever. ¡Patética!
CONSTANTE
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