martes, 16 de marzo de 2010

Retorno a los orígenes

Quinientos años de historia en común, cien años de decadencia, cuarenta de oscurantismo y treinta de democracia, ¿para qué?
Para que al fin fuésemos “europedos”, pasando de ser los más acomplejados a ser los más chulos.
Durante la Dictadura se emigraba de las regiones pobres a las más ricas y con la democracia llegó la solidaridad interterritorial, ¿para qué?
Para que a los vascos y navarros no les falte de nada y para que las regiones más deprimidas fuesen mejorando su nivel de vida, ¿a cambio de qué?
A cambio de que Catalunya sea la más discriminada fiscalmente, que los bienes, servicios e impuestos sean los más elevados del Estado, cuando los salarios de los trabajadores están sólo un poco por encima de la media del país.
Así las cosas y echando un vistazo a la Catalunya actual, mal lo tenemos, porque vemos como nuestros políticos discuten como marujas de patios de vecinos si unos defienden más a Catalunya que otros. Se malgasta demasiado en imponer el idioma propio, cuando ya todas las instituciones del principado sólo utilizan el catalán; en si toros sí o toros no, cuando saben que la mitad de los turistas que visitan Barcelona lo hacen por las geniales obras de Gaudí y por los toros. Que conste que yo estoy en contra del aberrante negocio taurino. Pasaron años debatiendo si se entierra la línea de alta tensión hasta Francia y luego pasa lo que pasa con las torres provisionales indefinidamente.
Los que nos gobernaron durante más de dos décadas se enriquecieron hasta más no poder, invirtiendo en lo que les daba más dividendos como las autopistas de peaje sin límite o en las compañías privadas de servicios, a las que no controlan, porque le interesan más los beneficios que el servicio.
Hace siete años, el pueblo catalán le dio la oportunidad de gobernar a la izquierda y no han sabido aprovecharla, cayendo en los mismos fallos y errores de los otros y por no saber informar sobre lo que hacen y por qué lo hacen, como pagar las deudas de los gobiernos anteriores.
A mí personalmente, ya no me importa que gobiernen unos u otros, porque me da igual ocho que ochenta, pero viendo cómo lo está pasando la mayoría de la juventud catalana, que tiene que hipotecarse toda la vida para comprar una vivienda, trabajar exclusivamente para pagar un desorbitado alquiler y que ya ni siquiera se puede plantear la idea de tener hijos, preveo que en los próximos años habrá irremediablemente un gran retorno a los orígenes.
El lamentable, pero es lo que hay.

CONSTANTE

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