ITV en FP

Desde que algunos institutos han alcanzado cierta categoría, optaron por asumir la norma ISO no sé cuantos y como lo que una vez al año no hace daño, tienen que pasar la ITV correspondiente, es decir: una auditoría externa por parte de unos señores que no se sabe quién le dio vela en el entierro y cobran un pastón, con lo que alguien seguramente se estará forrando.
Hasta aquí, todo bien, porque está establecido en las leyes. Lo que no veo tan bien, es que sólo se ocupen de la parte de la burocracia del funcionamiento del instituto, para comprobar si los profesores se pasan la mitad de sus horas de trabajo dedicadas a rellenar papeles que nadie mira ni lee, si no es el día del ITV, como hoy, y no las cuentas, la administración o la deficiente limpieza.
Como ya es el tercer año, los directivos quedaron satisfechos, porque los auditores sólo han encontrado deficiencias leves, cuando lo más importante no se analiza. Ya puestos, ¿por qué no comprueban también la ridícula y antediluviana dotación de material en los talleres? Que deja mucho que desear, especialmente en el nuestro y en Catalunya en general. Lo que es peor es que les importa un bledo la formación de los alumnos; dando la sensación de que no quieren que salgan bien formados, porque las autoridades académicas ya saben que los predestinados a la clase dirigente del futuro salen preparadísimos de los centros privados y religiosos y que los efeperos serán carne de cañón en las cadenas de producción, porque no valen para otra cosa. Carne de cañón no, porque ahora ni tan siquiera hacen la mili, pues no podrían soportar vivir fuera de la protección de las faldas de la mamá. Y si tuviesen que ir a una guerra, la mayoría se cagaría de miedo. En mi vida he visto una generación tan inútil y cobarde. ¿Cómo se les puede obligar a estudiar? ¡Pobrecillos!
A los alumnos de la FP pública ya les está bien empleado por tarugos, pues sólo piensan en pasarlo bien, fumar, incluso porros; en el botellón, hablar de fútbol y de sus coches; estudiar lo mínimo y presionar a profesores y directivos para que les aprueben por el morro. ¿Para qué esforzarse, si hasta ahora se lo han dado todo hecho? No saben bien lo que les espera, por imbéciles. Tengo ganas de perderles de vista, por aquello de: “Ojos que no ven corazón que no siente”.

CONSTANTE