Obama anunció que enviará 30.000 soldados a Afganistán y solicita unos cuantos miles más a las otras potencias implicadas en esa interminable guerra, que dura ocho años.
Todo comenzó cuando los fanatismos islámicos, Al Qaeda o los talibanes, comenzaron a complicarnos la vida a los que nos considerados occidentales. Tuvimos la mala suerte de contar en el 2001 con un presidente bélico en EE UU, que mirando más los intereses de las fábricas de armamento de sus secretarios de estado y ayudado por sus amigotes de la foto de Las Azores, bombardeó Afganistán con la idea de acabar con Bin Laden y sus seguidores. Todos sabemos por qué no acabó con el amigo de su familia y por qué la lió tan gorda. Ahora toca pagar las consecuencias a los que estamos exclusivamente para verlas venir, sin reaccionar, como si nos hubiésemos vuelto idiotas.
El mundo ya está totalmente globalizado: el hambre, porque incluso en los países más ricos hay cientos de millones de seres en la más absoluta de la miserias y pasando hambre; las enfermedades, que ya está demostrado que no tienen fronteras y son un escandaloso negocio para la industria farmacéutica; la contaminación, que no disminuirá mientras las grandes compañías energéticas tengan la sartén por el mango y no permitan utilizar combustibles no contaminantes; y por último, la economía, que sólo beneficia a los especuladores insaciables de siempre y se creen que no van a morir nunca; pero lo peor de todo es la globalización de la estupidez humana, por permitir lo que están haciendo con nosotros, como si fuésemos imbéciles.
Creo que no se deberían enviar más tropas para quitar las castañas del fuego a ningún país considerado independiente y sí ampliar la OTAN a nivel mundial, bajo mandato de la ONU, para que no sean los Estados Unidos los guardianes exclusivos del mundo. Así se rebajaría a más de la mitad la potencialidad de los ejércitos nacionales, con un doble objetivo: ahorrar miles de millones diariamente para destinarlos a asuntos sociales, que buena falta hacen, y meter en vereda a todos los dictadores del mundo, que masacran a sus pueblos respectivos y se apoderan de todas sus riquezas; así como a las distintas organizaciones criminales y terroristas. Esto sería lo más fácil de realizar si hubiese voluntad política y no tanta obsesión por el poder y el dinero.
Como la población mundial ya está harta de las más de siete mil guerras que hubo a lo largo de la historia, en el futuro se manifestará masivamente en contra de todas las que se planteen por intereses energéticos u otros asuntos inconfesables; pero si los EE UU necesitan imperiosamente bombardear y destruir algún país para montar un gran negocio con su reconstrucción y al mismo tiempo disminuir sus stoks de bombas mortíferas para seguir fabricándolas, que bombardeen los extensos territorios que se dedican exclusivamente a plantaciones de droga, como en Colombia o en la misma Afganistán, y así matarían dos pájaros de un tiro; además de acabar con la lacra de la droga en Occidente, especialmente en España, donde somos número uno en consumo. Es preferible ver a los desgraciados sufriendo el mono, que verles morir como perros. ¿O no?
Tened en cuanta que el tráfico de drogas mueve decenas de miles de millones de euros al año y es una lacra nefasta para la sociedad y las familias que tienen la desgracia de contar con uno o varios imbéciles en su seno.
Otra vez me he alargado. Lo siento.
CONSTANTE
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