martes, 12 de enero de 2010

Cambio de sexo

Todos sabemos que los animales copulan exclusivamente para reproducirse, pero la civilización trajo un refinamiento de las actitudes sexuales, que para nosotros los humanos no es un simple proceso mecánico reproductivo, sino una forma de ocio y diversión: un placer. Y el placer es tanto mayor cuanto mayor es la sofisticación del amante. Con un amante inteligente y atractivo, la relación sexual es mucho más excitante, placentera y satisfactoria; por eso la afición por la estética nunca ha abandonado su raíz sexual. Si uno quiere llamar la atención de los demás es por el deseo imperioso de copular y ha de mantenerse irremediablemente atractivo si no quiere ser rechazado por el sexo opuesto, cuando el deseo sexual es el impulso básico de la mayoría de los seres vivos.
Con lo que han avanzado la ciencia y la tecnología en el siglo XX ya es posible transplantar casi todos los órganos del cuerpo humano, excepto el cerebro, pero hay algo más, y me explico:
En un principio todos los seres vivos pueden derivar a machos o hembras y no hace falta que lo explique aquí y ahora, porque todo el mundo lo sabe. También pueden salir bisexuales y no pasa nada. Pero ¿qué ocurre cuando se hace una operación de cambio de sexo a un chico que tiene alma femenina y quiere ser mujer, por muchas hormonas que le inyecten para que le florezcan unos pechos maravillosos o se los rellenen de silicona? Le extirpan los genitales masculinos y le construyen una vagina artificial, vagina que a la hora de copular se nota perfectamente que no es natural, por carecer en la vulva de las correspondientes glándulas de Bartolino, que segregan durante los prolegómenos sexuales el flujo lubricante imprescindible que facilita la introducción y que la relación sea más suave y prolongada.
Si a esto le añadimos que en una operación de ese tipo no es posible concentrar en un punto de la vagina las miles de terminaciones nerviosas conocidas como punto G, ese que todo el mundo sabe dónde está pero que nadie lo encuentra, que transmiten el intenso placer sexual al cerebro, ni tampoco se puede dotar al nuevo órgano sexual femenino del otro órgano externo indispensable para la auto satisfacción, como el clítoris, nos encontramos con la paradoja de que la nueva vagina es un sucedáneo como la mano para los onanistas o el ano para los homosexuales, lo que yo personalmente considero antinatural.
Si en las relaciones sexuales de las parejas, aunque sean de las que últimamente son consideradas normales, primero tiene que disfrutar un amante y luego el otro, sin lograr el placer y la unión física y espiritual que nos hace perder el sentido al unísono, esas relaciones no me convencen, ni me convencerán nunca.
No entiendo por qué a un adolescente barcelonés le asustaba ser hombre y quiere ser mujer, con lo discriminadas que siguen estando en este puto país de machistas y cabrones, a los que les recomiendo que follen más de noche y no jodan tanto de día. Pues saben que practicar sexo es uno de los mejores remedios para erradicar un sin fin de enfermedades, sobre todo las psicosomáticas, como la depresión.

CONSTANTE

3 comentarios:

  1. Dices "la unión física y espiritual", pero no decías que Dios no existe, ¿como lo buscas en el sexo de una mujer?, me lo explicas o alucino por un tubo de pegamento "imedio".

    Según tengo entendido, el glande no lo quitan, lo dejan a la altura del clítoris y se lo masajean como locos de forma interna, es decir, que tu con penecillo chiquito y gallego tienes que retomar una posición inversa para refrotar el penito sumergido en la laboriosa barriga del cambiante sexual.

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  2. Manito: En un comentario de una página no se pueden enumerar todos los pros y los contras de una operación de cambio de sexo, como hablar de los estrógenos o la testosterona, el útero o los ovarios, lo que imposbilita la maternidad normal de la nueva mujer.
    Es posible que el glande ejerza de clítoris, pero lo más importante es el punto G y las glándulas lubricantes y en eso es imposible superar a la naturaleza. Sé por experiencia, cuando estaba recabando información para "La invasión de las gacelas", que introducirla en una vagina artificial es muy desagradable y es preferible practicar el onanismo.
    En cuanto a si Dios existe. Claro que existe. En Japón se llama yen, en EE UU dólar y en la U E euro, todo lo demás son patrañas. Lo que ocurre es que no sé cómo expresar la emoción que se siente cuando se ve como una mujer cierra los ojos en un momento determinado, tal vez por no verme la cara, pero es la ostia si se queda unos instantes sin sentido. Eso es fundir el cuerpo y el alma de dos seres y es como alcanzar la gloria, pero Dios no tiene nada que ver. ¿Capici?
    Gracias por tu colaboración.

    CONSTANTE

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  3. Ya, ya, unos lo llaman amor y otros lo llaman sexo, o puro o duro, pero sexo.

    En esta tesitura, si atendemos a que la "parienta de turno" cierre los ojos por un vahido de placer, es una "deliciosa" capullez. Ella los cerrará par que según su momento extático o de climax, sienta que se ve recompensada por otros emolumentos paralelos y de los cuales sabe que saldrá ganando cuanto mejor séa su actuación y su forma de gratificar al macho que la monta.

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