Globos de oro

De joven había sido muy aficionado al cine, pero ahora soy muy exigente y en los últimos años no lo veo ni en la tele. Ya comenté que la última película que he visto fue Ágora, porque me interesaba el personaje de Hipatia.
Estos días se habla de los Globos de Oro, en los que descubrimos el ocaso de dos estrellas españolas: el director Almodóbar, que nos ofreció más de lo mismo durante muchos años y ya cansa y la “actriz” Penélope Cruz, que también está llegando a su crepúsculo, después de realizar películas muy mediocres en cuanto a interpretación; pero comenzó como comenzó, comiendo chorizos, butifarras y toda clase de embutidos y ahora ya no está en la edad de encandilar al público, porque tiene muy mal tipo. Hay cientos de actrices más jóvenes en todo el mundo con imágenes adorables que la desbancarán enseguida, al no ser que los espectadores sean estúpidos y hagan caso a la publicidad engañosa. Yo pagaría por no ver películas de esos dos artistas.
Hace dos años dirigí una aberración de película sin un euro de inversiónen, en la que salieron más de cuatrocientas personas y quedó bastante bien en cuanto a imagen, sonido, montaje y banda sonora, pero los protagonistas inexpertos lo echaron todo a perder. Sólo quería demostrar que se puede hacer arte sin inversión y el próximo verano voy a intentarlo de nuevo, pero esta vez con poquísimos personajes, todos en tormo a una protagonista que interpretará el dramático papel de una chica sorda, que va desgranando los problemas de esta sociedad en el último año y la obsesión por oír música clásica y de José Luis Pastrana.
Para ello sólo me falta seleccionar a un actor de entre cincuenta y cincuenta y cinco años, que será el padre de la protagonista, una modelo rusa a la que tendrá que abrazar unas cuantas veces para calmar sus llantos. Ya lo sabéis los interesados: Llamadme.

CONSTANTE