Pobres mujeres

Hasta hace un siglo las mujeres españolas no podían ir a la universidad, hasta la Segunda República no podían votar, durante la Dictadura eran sirvientas de sus maridos y tenían que poner la otra mejilla si él era violento, sino estaba Elena Francis para recordarle que su función en la vida era satisfacer y servir al marido y crear una familia.
Pero llegaron los planes de desarrollo y la sociedad de consumo y con la democracia las mujeres fueron alcanzando altas cotas de libertad. Lo que ocurre es que pasaron de ser criadas de los hombres a ser esclavas, porque los machos hispanos que podían permitirse el lujo de tener a la mujer en casa con la pata quebrada o atada a la cama, fueron perdiendo fuelle y ahora nos encontramos con la generación de jóvenes más inútiles de toda la historia del país. Cuando les dan la oportunidad de estudiar o les obligan, no quieren y si el trabajo les persigue, ellos son más rápidos; con lo que están perdidos sin la contribución de las mujeres para llegar a fin de mes. Pero también han perdido fuelle sexualmente y podemos comprobarlo en centenares o miles de páginas en Internet, donde pueden verse miles de mujeres de todas la edades, entre los dieciocho y los setenta años, desesperadas en busca de amistad, amor y sexo, incluso la estupidez de cibersexo.
Se pueden pasar muchas horas viendo fotos de mujeres desesperadas, entre las cuales hay verdaderas bellezas, que no nos las merecemos y con las cuales voy llenando mi escritorio para recrear la vista en ellas y por si algún día me apetece pintar rostros adorables. Me pregunto por qué no las hartamos de amor hasta la saciedad, con lo emocionante y sano que es.
Es patético ver a lo que hemos llegado en muy pocos años. No hace mucho ellas estaban obligadas a ser honradas y los hombres andábamos siempre quemados, pero ahora como ellas se desmadran, los hombres se acojonan y ellas tienen que recurrir a lo que sea, porque son inteligentes y saben que hacer el amor o fornicar, que es lo mismo, es lo mejor para la salud y para el equilibrio psíquico.
¡Vivan las mujeres!

CONSTANTE