jueves, 22 de octubre de 2009

Amistad incondicional

Hoy cumple cuarenta y cinco años mi mejor amigo y quiero felicitarle también desde mi blog, porque se lo merece antes que nadie. Tengo varios amigos más entre los compañeros, que saben que les quiero como a hermanos; pero hay quien piensa que los amigos están exclusivamente para aprovecharse de ellos y lo cumplen a rajatabla, creyendo que los amigos sólo estamos obligados a hacerles favores sin ser correspondidos.
Mi amigo es un verdadero todoterreno que ha hecho de todo en la vida. Tampoco pudo estudiar y ha trabajado en el campo, en bares y restaurantes, en un quiosco, productor de vídeos y películas sin inversión, relaciones públicas, agente comercial y de publicidad, agente financiero y de seguros, camionero, albañil, carpintero, pintor y jardinero, entre otras cosas, pero sobre todo, es el mejor amante para mujeres a las que incluso les dobla la edad.
Como es demasiado bueno, hace diez años que comenzó su mala suerte al salirle rana su esposa y ahora con la crisis, necesita mucha ayuda de sus amigos, para que su entusiasmo, su moral y su optimismo no decaigan nunca. Pero desgraciadamente, los numerosos amigos de conveniencia que tenía le han ido dando la espalda al ver que ya no podían sacarle nada. Ahora sólo puede contar con dos o tres y conmigo, precisamente el que menos le puede ayudar, porque no tengo donde caerme muerto. Ya me gustaría poder ayudarle, pero como no soy nada ambicioso ni quiero ser el más rico del cementerio, sólo le puedo ofrecer mi amistad hasta el final de mis días y sabe que puede contar conmigo hasta la muerte. También sabe, que en caso de necesidad, mi casa será la suya. Que tenga la seguridad de que lo prometido por mí es deuda, porque para mí vale más la palabra dada que todos los documentos del mundo. Todos los que me conocen bien lo saben; que para eso soy constante e inalterable y que soy el más agradecido, aunque no esté acostumbrado a dar las gracias, porque casi nadie me hace favores.
A mí también me han decepcionado muchos de los amigos que creía tener después de treinta años vinculado al instituto, pero cuando me tienen que demostrar su solidaridad y su amistad colaborando cada año con cinco euros para adquirir mi libro, para realizar mi sueño de realizar algo diferente a lo cotidiano, muchos de ellos me ignoran y me desprecian, me critican por detrás y algunos consideran que esa inversión es como un impuesto revolucionario. A esos les acompaño en el sentimiento por ser tan miserables y les deseo que no les falte un euro para comer mientras vivan y que sean muy felices.
Si sólo hay ambición, codicia, avaricia y envidia en esta sociedad tan depredadora en la que nos ha tocado vivir, estamos perdimos. ¡Viva la amistad sana y sin condiciones! ¡Y viva el berberecho! Le deseo lo mejor y toda la suerte del mundo.

CONSTANTE

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