domingo, 25 de octubre de 2009

Religiones, ¿para qué?

Cuando regresé esta mañana de rezar en rosario en la iglesia parroquial, eché un vistazo a un periódico y me sorprendió la noticia de que el futuro de Jordi Hereu y Xavier Trías depende de los inmigrantes en la alcaldía de Barcelona. Como tiene que ser, si viven y trabajan en la ciudad y más de la mitad pueden votar, por ser oriundos de países con tratado de reciprocidad.
Lo que me preocupa más es otra noticia de ocho líneas que pasa totalmente inadvertida, en la que anuncian la creación de un partido musulmán en Andalucía, que lleva el nombre de Partido Renacimiento y Unión de España (PRUNE), que velará por los intereses de las minorías y los más marginados ya en las elecciones municipales del 2011, según indicó su portavoz. Al parecer, este partido musulmán aceptará a militantes de cualquier país y eso hasta me parece bien.
De la misma manera que en la cosmopolita Barcelona hay inmigrantes de casi todos los países del mundo, también hay cantidades considerables de musulmanes en los países más importantes y me temo que esto sea el principio de algo muy contraproducente para las generaciones del futuro.
Me explico: los moros especialmente, tienen deseos de venganza desde hace cinco siglos, por ser expulsados de Al Andalus, y si actualmente son los que más colaboran a la explosión demográfica de los países avanzados, a la vuelta de pocos siglos serán los amos del mundo. Pero eso no sería grave si las organizaciones políticas que comenzarán a crearse a partir de ahora funcionaran como partidos democráticos, aunque actualmente éstos funcionen como verdaderas mafias. Lo peligroso sería que obligaran a todos los ciudadanos libres a comulgar con sus creencias fanáticas y que en el futuro la libertad brillara por su ausencia.
Siempre dije que los fanatismos raciales, nacionalistas o religiosos son un peligro para el avance de la civilización y que todas las religiones son una lacra para el progreso social, y si son organizaciones coactivas y represivas son absolutamente innecesarias, sobre todo cuanto más fanáticas y dictatoriales son. No sé por qué, gente aparentemente normal se deja comer el coco por telepredicadores o desde un púlpito, donde predican una cosa con total hipocresía y cinismo y practican todo lo contrario.
¡Ojo al dato, si para ellos Dios es el dinero! Reflexionad sobre esto, por favor. Gracias.

CONSTANTE

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