domingo, 18 de octubre de 2009

¿Y ahora qué?

Desde los tiempos de la Alianza Popular de Fraga y el PP de Aznar y Rajoy, han recurrido sistemáticamente ante el Tribunal Constitucional casi todas las leyes importantes de los gobiernos socialistas, especialmente las más progresistas socialmente, con el único objetivo de impedir el avance de la sociedad; leyes que ellos no legislarían nunca, porque sólo les interesa el progreso económico de sus votantes y amigotes.
No han reformado ni derogado la Ley del Aborto en los ocho años que han gobernado y ahora se acuerdan de protestar, cuando saben que ya no tiene vuelta de hoja ni marcha atrás, como en los países avanzados de Europa.
Después del revuelo de ayer en Madrid, donde se manifestaron la décima parte de lo que dijeron los organizadores, están eufóricos y Rajoy piensa perder el tiempo solicitando la retirada de la Ley del Parlamento y recurriéndola posteriormente, para no perder la mala costumbre. Lo que tendría que hacer es eliminar sin contemplaciones a todos los corruptos de su partido, que le están hundiendo antes de que levante cabeza, que según las últimas encuestas se estrechan demasiado, como para sacar mayoría absoluta en caso de elecciones inmediatas.
Me gustaría que Rajoy fuese enérgico como Aznarín, porque es necesario tener una oposición fuerte para ir alternándose en el poder y no perpetuar en el mismo a los incapaces de sacarnos de la crisis.
Zapatero ya ha bajado de las nubes y volvió a casa, donde le aguardan unos meses muy difíciles, con crecimiento descontrolado del desempleo, hasta que las empresas hagan los reajustes necesarios de plantillas para ser más competitivas en el extranjero. El segundo objetivo será contratar precariamente a los jóvenes para que los banqueros puedan hipotecarles para toda la vida.
Menos mal que a Zapatero le espera la presidencia de la Unión Europea y allí se sentirá como el rey del mambo, haciendo inútiles brindis al sol y estrellándose contra los líderes más reaccionarios de la derecha, que piensan más en sus países respectivos que en la Unión.
Mientras tanto, los sufridos españoles estaremos viéndolas venir sin reaccionar, confiando en que alguien nos quite las castañas del fuego.
España iba tan lanzada con el consumismo descontrolado en lo últimos años, que le vino bien la crisis para poner a cada uno en su lugar y dejar de ser triplefanes: fantasmas, fanfarrones y fantoches. Ahora ya nadie se avergüenza de estar en el paro, porque no es culpable, aunque todo el mundo es responsable de la grave situación por no exigir que las instituciones gubernamentales funcionen con eficacia para solucionar los problemas que permiten crear los inútiles que las dirigen.
Paciencia y buena suerte, hermanos.

CONSTANTE

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