domingo, 11 de octubre de 2009

Gracias por Hipatia

Esta noche he vuelto al cine, después de diez años. Fui a ver “Ágora”, la película que debería titularse Hipatia por el protagonismo absoluto del personaje. Es curioso que mientras se rodaba hayamos sufrido la fiebre de Hipatia y aparezcan en el mundo editorial más de una decena de libros sobre ella, Alejandría, su tiempo e incluso sus sueños. Necesitamos miles de Hipatias repartidas por todo el mundo, si no queremos que los retrasados mentales que nos gobiernan lo echen todo a perder, pero que no acaben tan mal como ella o como mi paisano Prisciliano unas décadas antes, que fue decapitado por hereje por la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana en el 385 en Tréveris.
Aunque la película se me hizo un poco larga, disfruté entre un público silencioso, culto y respetuoso, al que no se oía respirar, ni tosía ni sonaban sus teléfonos móviles. Gracias a todos por demostrarme que aún hay gente bien educada en este país; nada que ver con la chusma que encontraba en los cines de Mollet en los años 90, donde todos comían palomitas como cerdos, hablaban y se reían; es decir, un escándalo insoportable; por eso los cerraron y no he vuelto hasta ahora, esta vez en Barcelona.
Quiero felicitar a Alejandro por su superproducción, que no tiene nada que envidiar a las antiguas películas de romanos. Si no he visto las suyas anteriores es porque no me interesaban los personajes, pero cuando éstos son femeninos e inteligentes y además piensan, me encantan, como si yo llevase una mujer dentro.
Observé en El Periódico que sólo le conceden dos estrellas. ¡Menudos envidiosos! Recuerdo hace unos años que nos bombardearon con la publicidad de “Alatriste” y se comió una rosca internacionalmente, aunque contaran con un protagonista famoso para que la vendiera en el extranjero. Su éxito fue más bien escaso, tratándose también de una costosa superproducción, pero sobre un personaje ficticio, que no llamaba la atención a nadie.
Sé que “Ágora” ha costado muchísimos millones y no me extraña si es verdad lo que dijo Alejandro en una entrevista: que habían estado varios años para hacer el montaje. Me pregunto cuántos minutos montaban cada la semana y cuántas horas diarias dedicaban al trabajo. ¡Cómo se lo montan los “especialistos”!
Su éxito es una incógnita, pero se lo merece, porque en este país se necesitan producciones históricas y científicas como esta, donde la cultura nos persigue, pero nosotros somos más rápidos.
Lo lamentable de la película es descubrir que los peores males de la Humanidad no han mejorado después de dieciséis siglos y que las razas, los nacionalismos y sobre todo los fanatismos religiosos nos siguen complicando la vida de una manera intolerable. Viendo lo que ocurre hoy en día en Oriente Próximo, parece no haber pasado el tiempo y que este problema milenario no tenga solución posible. ¿Para qué sirven las religiones? Lo sé, pero que alguien me responda, por favor.

CONSTANTE

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