Adiós a Francisco Ayala

Hoy hemos despedido también al decano de las letras hispanas. Ciento tres años de actividad mental, para que no se atrofiase el órgano más importante de su cuerpo. Como buen español, eso es lo único que envidio de personas como él, lúcidas hasta el último momento.
Pero unos nacen con estrellas y otros nacemos estrellados. Francisco se pasó cien años de su vida estudiando y dedicándose a la cultura en mayúsculas. Cientos de miles de horas para el disfrute personal y recreación para los demás a través de su extensa obra. Me consta que en ocasiones nos envidian fuera, por tener genios como él. Otros al contrario, hemos dedicado esa misma cantidad de horas al trabajo, bien como funcionarios o en otros oficios, para que a ellos y a los vividores no les falte de nada.
Es una lástima que se haya ido un cerebro pensante, pero es ley de vida. En cambio, no revientan ni reventarán nunca los corruptos, especuladores, prevaricadores, buitres carroñeros, ladrones insaciables, cínicos, hipócritas, avariciosos y gentuza de mal vivir, que amargan y complican la vida a la mayoría de los ciudadanos. Me pregunto por qué encima se les admira y no se les escupe en la cara.
Lo siento señor Ayala. A mí también me gusta mucho escribir, pero de donde no hay no se puede sacar nada. Usted es un verdadero símbolo al que imitary admirar, pero ahora ya pasó a la historia y hay que entretener a los ingenuos con otros símbolos perdidos. ¡Una desgracia! ¿Por qué sus libros no son best sellers como aquellos que las todopoderosas editoriales recomiendan a los esclavos del consumismo a través de los manipuladores medios de comunicación? Lamentablemente seguimos retrocediendo.

CONSTANTE